Tanto luchó Marx con la religión que se olvido de Dios.
Tanto luchó Marx contra la religión que se olvidó de un Dios que lo amaba y que quería sanarlo y bendecirlo en gran manera. Marx se perdió en la cáscara y nunca llegó adonde estaba el grano. Se perdió en el océano, pero nunca llegó adonde estaba la isla.
Así mismo seguirán navegando todos aquellos que sigan la religión; porque todo aquel que busca y ataca la religión tiene necesidad de buscar un Dios, pero el cristianismo es la búsqueda de un Dios por parte de una humanidad perdida. A él no hay que inventarlo porque existe por sí mismo y busca a sus criaturas humanas llamadas hombres.
Marx y todos los filósofos del materialismo dialéctico de aquella época murieron, el comunismo cayó, lamentablemente las ideologías de los hombres nunca mueren y esta ideología tampoco ha muerto; así como tampoco murió la ideología griega. Mas aunque sus sistemas han caído, la ideología sigue viviendo; porque como dice Maquiavelo en su libro El Príncipe: “Mientras haya en el mundo quienes se dejen engañar, habrá engañadores”. Estas ideas seguirán andando, mas el evangelio de Jesucristo seguirá muy campante sazonando a los escépticos de esta ideología.
Algunos de los líderes de movimientos comunistas contemporáneos han dicho que el marxismo, como movimiento creativo, está liquidado. El filósofo polaco Leszek Kolakowski, exiliado y separado de su puesto como profesor de filosofía de una universidad de Varsovia, escribió: “En los países comunistas de Europa la ideología comunista está muerta, porque ni los gobernantes ni los gobernados la toman en serio”.
Así que esto nos deja ver que la idea del comunismo marxista es hoy un asunto de poder y no de discusión intelectual. Esto expresa que aun en los países comunistas la dictadura del proletariado no ha abierto caminos para tener una sociedad sin clases. Así que toda la retórica humanista del marxismo es traicionada por miles de vidas sacrificadas en busca de sus fines. No sucede así con el cristianismo, en el que cada individuo que se desprende de la materia para una búsqueda espiritual encuentra su fin y su propósito en el Dios de su creación.
El cristianismo demanda fe, pero esta no es irracional ni carente de base. Su base es la evidencia válida de la resurrección de Cristo, ya que la fe sin razón sería una superstición. En el cristianismo siempre habrá lugar para la fe y en el ateísmo lo habrá para un sistema de razón; por eso Voltaire dijo: “La fe es la aniquilación de la razón, un silencio ante lo incomprendido”. Voltaire también se equivocó, ya que la fe es la que le da la vida a la razón, y es la falta de fe la que aniquila a la razón. Por eso la razón del ateo es irracional, porque se basa en pruebas que no pueden aportar.
El cristianismo tiene fe en un Dios que aunque no se puede ver se puede sentir. El cristianismo tiene la fe en el cielo porque su fundador viene de ahí, porque hay tanta evidencia que prueba la existencia de un ser supremo que negarlo haría convertir en tonto al más grande de los pensadores racionalistas. Una persona que busca la verdad mediante el esfuerzo de la razón queda frustrada al buscar a Dios, ya que a él se puede llegar mediante la fe y esta es la única satisfacción a su razón con respecto a Dios.
Stoner escribió la teoría de que la materia era eterna y que no pudo haber sido creada. Esto resultó ser una teoría falsa, ya que fue sustituida por la teoría de la ley de la termodinámica, un concepto científico que afirma que: “En cualquier transferencia o transformación energética, aunque la cantidad total de la energía sea incambiable, la cantidad de utilidad y disponibilidad de la energía siempre desminuye”. Así que los científicos materialistas ahora rechazan el concepto de que la materia es eterna. Eso da pie a pensar que si la materia no es eterna alguien la tuvo que haber creado.
Ramm afirmó: “Para que una filosofía sea verdadera, tiene que poder dar explicación no solamente del universo general sino también de sí misma”. Como todos sabemos, la materia es amoral y carente de reflexión, mas el hombre es un ser moral y reflexivo; por eso transciende a la materia. En la mente del hombre están los poderes del pensamiento, la memoria, la conciencia y la comprensión; esto no puede venir de algo inerte, de algo que no puede hacer nada, y que llamamos materia. Ya que una fuerza impersonal no puede crear a un ser personal.
Thomas escribió: “Si el materialismo es la verdadera filosofía básica, entonces uno queda exento de toda responsabilidad social y moral”. Debemos entender que la materia es conocida por sus cualidades y la mente por sus actividades; la conciencia revela a la segunda, los sentidos a la primera, y la primera es inerte, la segunda viva, la primera es insensible, la segunda llena de pensamientos y sentimientos; la primera es pasiva, la segunda activa, la primera sigue a la ley física, la otra es responsable de la ley moral y la intelectualidad.
Hume dijo refiriéndose a un hombre totalmente materializado: “¿Dónde estoy? ¿Qué soy? ¿De qué causa recibí mi existencia? ¿A qué condición volveré?” Estas preguntas solo tienen respuestas en el pensamiento del individuo elevado a Dios, ya que el reino de Dios no será una sociedad sin estado. El pueblo del Dios altísimo tendrá dominio sobre esta tierra, mas no será un reino producido por una ideología o partido político, sino por Jesucristo el Dios fundador del cristianismo. Porque aquello que ha existido desde el principio, ha existido desde la eternidad, es eterno, infinito y absoluto, y no depende de nadie ni en nadie.
“Hoy más que nunca, los cristianos debemos estar firmes, y como dijera el apóstol Pedro: ‘Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros’ (1 Pedro 3:15). Gracias a Dios porque a través de la historia se han levantado apologistas defendiendo, a costa aun de sus propias vidas, el mensaje sublime del evangelio.
El materialismo como ideología está cavando su tumba. Los países que enarbolaban la bandera del materialismo (los del tratado de Varsovia) se han derrumbado, el derribo de la cortina de hierro en los años 80, la caída del muro de Berlín, ya no son la amenaza que eran, porque la voz del cuerpo de Cristo (la Iglesia) se mantiene firme anunciando la esperanza de un reino de amor y de igualdad donde todos seremos iguales sin luchas de clases (el reino milenial de nuestro Señor Jesucristo). Estamos en pie de guerra contra el diablo, que es quien ha influido a estos líderes idealistas para estremecer los cimientos de la Iglesia. Y podemos decir como dijera el mismo Amo y Señor: ‘Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella’. Amén”.
Después de esta apología contra el materialismo dialéctico, repetimos que las ideas nunca mueren. Mientras haya cerebros que lavar, existirán lavadores que quieran borrar a Dios del pensamiento del hombre. Esta controversia siempre seguirá. Mientras haya hombres que tengan ratas en el vientre, gatos en la cabeza y serpientes en la boca no acabarán los conflictos ideológicos, políticos, religiosos ni económicos en el mundo.
Las ideologías vivirán aunque sus ideólogos se hallen en la tumba; mas Dios no es una ideología, es una realidad a la que cada hombre se enfrentará algún día. Dios no está en la tumba ni en la ideología. Él vive desde siempre y por siempre. (Dr. Ramón Murray/AGENCIAORBITA)
El Dr. Ramón Murray Ph. D. Th. D. Ed. D. es Teólogo, Filosofo, Educador.
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