CNS-712 VIOLENCIA DOMESTICA, PROBLEMAS SOCIALES, CARAS DE UNA SOCIEDAD DOLIENTE
ESCRITO POR EL DR. LEO GUERRERO, Ph.D.,M.C.C.
Una mirada a los problemas que aquejan a nuestras familias,
vistas desde la perspectiva de la Consejería Cristiana.
PRÓLOGO
En este desarrollo literario, el cual asume adentrarse a lo que pudiera ser, lo que se ha calificado como Consejeria Cristiana, el autor, que por cierto es quien escribe, se limitará a explicar, con la mejor de sus intenciones y conocimiento del caso, lo que envuelve algunos de los problemas de las familias de hoy.
Después de un relativamente amplio análisis, y averiguaciones pertinentes a las diferentes problemáticas presentadas, es la consideración del autor de que falta mucho “pulimento” y crecimiento en cuanto al concepto de asistencia y ayuda consejera se refiere. A través de las investigaciones, el autor se encontró con muchas diferencias de opiniones, indicando que las formas de trabajo terapéutico todavía se puede pensar que están en un periodo de gestación. Especialmente cuando empíricamente no es fiable ni fidedigna su explicación, esto es desde el punto de vista científico, más no desde un punto de vista bíblico.
Vale decir de ante mano, que es el criterio del autor, en cuanto a la obra se refiere, que todo el desarrollo, por más exhaustivo que se pretenda, no ha logrado si no sólo dactilar la simple y externa superficie de lo que ha llamado, “CARAS DE UNA SOCIEDAD DOLIENTE”. No es, ni será la intención del autor, invalidar ni mucho menos argumentar o contradecir escritores y autores que han explicado y presentado tan convincentemente sus puntos de vista sobre el tema en cuestión. Sin embargo, se expondrá desahogadamente y de una forma arbitraria y educativa lo que como conclusión el autor ha interpretado en esta obra.
INTRODUCCIÓN
En unas pocas hojas escritas, no se puede esperar arreglar el mundo, ni los problemas que aquejan a nuestra sociedad y tampoco los problemas individuales de cada familia. Sin embargo, el comienzo y base fundamental para prevenir y hasta erradicar algunos de los problemas de nuestras familias, es la educación y la buena información acerca de los mismos. El estar al tanto de las implicaciones y pormenores de algunos problemas, nos ayudará a saber que hacer para prevenirlos, controlarlos o incluso erradicarlos. En otras palabras, es de suma importancia y relevancia, que cada miembro familiar esté consciente de las repercusiones inmediatas, de las consecuencias, de las estadísticas, y de los traumas que a largo plazo se pueden suscitar, y que pueden dejar cicatrices emocionales, prácticamente imborrables en la vida de nuestros niños y miembros de familia en general. Es por esta razón, que al dar un vistazo a algunos de los problemas que aquejan a nuestras familias, quisiera, a través de la consejería cristiana, dar directrices de cómo lidiar con ciertos problemas, cómo salir de ellos e incluso cómo prevenirlos.
Capítulo 1
TEMPERAMENTOS
Amenudo, como pastor, uno se encuentra con situaciones donde amigos y hermanos de la iglesia tienen diferencias entre si. Asuntos como discrepancias, diferencias de opiniones y hasta altercados pueden crear división en la congregación, si a esto no se le presta la atención requerida. Sin embargo, la mayor y más frecuente problemática, tanto en el ámbito secular como religioso, se encuentra en los matrimonios, y especialmente los matrimonios jóvenes. Comúnmente malos entendidos, desavenencias y desacuerdos llegan a convertirse en discusiones y peleas matrimoniales sólo por el hecho de interpretar las cosas de forma diferente al cónyuge. Cuando estas interpretaciones se convierten en desigualdades de opiniones y no se tratan, ni se atienden adecuadamente, el fin puede ser desastroso. Lamentablemente, en muchos casos la pareja espera tanto tiempo para pedir ayuda profesional que cuando lo hacen ya es demasiado tarde para salvar el matrimonio. Incluso, en muchos casos las parejas terminan divorciándose bajo la premisa judicial de incompatibilidad de caracteres. Sin embargo, ante toda posibilidad de separación; antes de entretener la más remota eventualidad de un divorcio, la pareja primero, debiera tratarse con un consejero profesional. Es en este punto de partida, en la vida de la pareja, que analizar los temperamentos de cada uno es algo primordial e imperante. El conocer sus temperamentos es el primer paso a una vida de comprensión, superación y ayuda mutua, en todas las facetas de las relaciones interpersonales.
NO SE PUEDE ACONSEJAR BIEN SIN CONOCER LA PERSONALIDAD
El arte de aconsejar correctamente no es cualquier cosa, tampoco se debiera realizar sin un previo y minucioso análisis del temperamento de los individuos. Aunque el aconsejar pareciera ser asunto de hablar en buena fe y de solamente dar sabias indicaciones, con el fin de lograr buenos resultados, se requiere un trabajo de detalle introspectivo con el aconsejado para sacarlo a flote. Se requiere darle una dirección al problema y ver de dónde viene y qué es lo que lo produce. Es dirigir al aconsejado a tratar la dificultad desde una perspectiva interna. Quiero decir con esto, que el problema se debe enfrentar o atacar desde adentro hacia afuera. Es decir, empezar con entender, no el problema sino entender al paciente, feligrés o aconsejado quien quiera que sea la persona en cuestión. Para esto se debe identificar si el temperamento es Sanguíneo, Colérico, Flemático o Melancólico o una combinación de ellos.
La autora del libro Enriquezca Su Personalidad, lo dice de esta forma: “Si sólo pudiéramos entendernos, saber de qué somos hechos, saber quiénes somos realmente, saber por qué reaccionamos como lo hacemos” . Ésta es, entonces, el principio de la consejería; en hacer que el aconsejado se conozca a sí mismo. Conozca sus debilidades y sus fortalezas, y se adentre en lo que es su temperamento y personalidad. Cada temperamento tiene sus virtudes y defectos. Si no se trata a la persona primero, identificando estas características, pocos beneficios se lograrán. Si por lo contrario, se pretende arremeter contra la dificultad con la idea de ganar el caso, o a la fuerza ganar el argumento y destruir al contingente, sólo se aumentarán las heridas y quedarán cicatrices emocionales innecesarias. Puede que se ataque el problema, y se vean resultados positivos, esto sólo significa que se habrá ganado esa batalla pero en el mayor de los casos se habrá perdido la guerra. Solucionar el caso inmediato sin tratar las causas del problema es como proveerle dinero a un jugador empedernido o a un comprador compulsivo que no puede pagar la electricidad de su hogar y no tiene dinero para los alimentos de su familia porque se lo derrocha. La pronta ayuda sería muy beneficiosa para ese individuo y para los miembros de su familia, y quizás se tendría que proceder así para sacarlo del aprieto inmediato en que se encuentra. Sin embargo, si no se trata el problema de la adicción al juego, o la compulsión de comprar, que por cierto residen muy internamente en el individuo, se podría considerar como un caso de “pan para hoy y hambre para mañana”. En otras palabras, como lo dijimos anteriormente, se habrá ganado una batalla pero se habrá perdido la guerra.
Si en caso particular, el problema es de desavenencias matrimoniales, puede que se haya solucionado temporalmente el conflicto llegando a un acuerdo mutuo, apaciguando las fricciones pero la raíz del problema no se habrá eliminado y estará latente, fortaleciéndose y preparándose para un próximo enfrentamiento.
Primeramente se debe descubrir por que, el aparente problema está surgiendo; sea un problema de desavenencia, o de una mal interpretación de palabras, o algunas directas indirectas, o sean asunciones o presunciones o haber juzgado prematuramente las cosas etc. Cualquiera que sea el motivo de las discusiones, hay que descubrir que es lo que inicia y enciende esta batalla. Mayormente los problemas de intercomunicación e interpersonales se crean por la forma en que el individuo responde, o más bien la forma en que reacciona a la situación. Todo esto está basado en lo que es su temperamento innato. Esto es, digamos, la parte sensible y vulnerable de la personalidad del individuo. Según su combinación temperamental es que tiende a percibir su medio ambiente y reaccionar naturalmente a el. Según como sea su temperamento, así será la forma que lo percibirá, y según como sea su temperamento de esta forma el individuo responderá en acción, palabra o pensamiento. Cada persona responde de una forma diferente a los demás, y esto de debe a que cada temperamento se desenvuelve con características muy diferentes y aun opuestas. No sólo lidiamos con los temperamentos de la gente que nos rodea, sino tenemos que lidiar con nuestro propio temperamento que muchas veces ni siquiera entendemos nosotros mismos.
Los temperamentos reaccionan de una forma diferente a los otros, y cada persona tiene su propio temperamento. Esto es tan real que Florence Littauer, refiriéndose a los temperamentos, dice en su libro, “No existen dos personas idénticas”, “ Cada uno de nosotros es único”, “Todos nacimos con nuestros propios rasgos temperamentales.”
Hay personas que son de un sólo temperamento, y éste muy definido entre los demás. Otras personas son de combinaciones de temperamentos y aun otros son de temperamentos múltiples. Lo importante es conocer cual es tu temperamento predominante. Conociendo tu temperamento y el de tu cónyuge sabrás entenderte a ti mismo/a y comprender mejor a tu cónyuge.
T. A. P.
Para poder identificar, de una forma más certera, cuál es tu temperamento predominante, se necesitan hacer algunas pruebas que determinen una dirección a tu personalidad. Esto se hace a través de un examen de temperamento llamado T. A. P. (Temperamento Asociado con la Personalidad). En este examen debes marcar una “X” junto a la palabra que tu crees se identifica mejor contigo, con tu forma de ser, con tu forma de pensar, con tú forma de actuar. Además, debes responder lo más honradamente posible, para así determinar cuál es tu acertado temperamento, sea sanguíneo, colérico, flemático o melancólico.
En las siguientes páginas encontrarás el examen donde hay 40 líneas horizontales con 4 columnas de palabras. Las primeras 20 líneas horizontales tienen palabras que reflejan lo que llamamos las fortalezas o virtudes de la personalidad. También, más abajo encontrarás otras 20 líneas horizontales con 4 columnas donde encontrarás palabras que hablan de las debilidades o defectos de la personalidad.
Al llenar tu examen, no te detengas ni pienses mucho en el significado de las palabras, sino responde normalmente según tu primera impresión respecto a tu forma de ser. Esta prueba no requiere de tiempo para controlar el examen ni tampoco de calificación. El examen sólo revelará tu temperamento.
Si no llegaras a saber el significado de la palabra puedes buscarla en el diccionario. De todas formas, te he puesto un glosario de algunas de las palabras menos usadas para que no pierdas el tiempo buscándolas.
Capítulo 2
DOMINIO PROPIO
En este capítulo, abordaremos lo que comúnmente conocemos como “Dominio Propio”. Algunos términos sinónimos de este concepto son: auto sujeción, auto control, templanza y otros.
El dominio propio, es un concepto que puede ampliarse a una gama de factores directamente relacionados con nuestra manera de vivir y de responder frente a los estímulos que buscamos, o que se nos presentan, o que sencillamente se atraviesan en nuestras vidas. A estos estímulos respondemos con expresiones, reacciones y espontaneidades emocionales, que a su vez, tienen que ver con nuestros caracteres y temperamentos. Estas espontaneidades tienen que ver con las diversas situaciones y condiciones en nuestro medio ambiente, que nos afectan emocionalmente y nos hacen reaccionar, favorable o desfavorablemente, y de diferentes formas y maneras. A veces, sin darnos cuenta y casi abruptamente sin pensar nos abalanzamos contra algo o alguien que ha sabido herirnos donde más nos duele. Es en estas circunstancias emocionales, que muchas veces se piensan, se dicen, o se hacen cosas que pueden repercutir por el resto de nuestras vidas, y que después de hacerlas, al mirarlas más serenamente nos arrepentimos de no haber sabido controlarnos. Para prevenir esto se necesita la maestría del dominio propio. Es decir, facultarnos de ese control interno y personal que hace posible el dominio de nuestro cuerpo.
Al hablar del término “dominio”, tocamos un concepto de poderío, autoridad y control. Comúnmente se dice “éste es mi dominio”, refiriéndose al lugar donde ésta persona ejerce completa soberanía y jurisdicción. Es decir, ésta persona es quien manda, y lo que ella decide en ese lugar, se hace.
Al hablar del término “propio”, decimos que es lo que se refiere a la persona. Algo que pertenece al yo. Algo que es de la propiedad de uno mismo. Algo que se aplica a la persona como ser humano. Así, una sistemática y básica definición de dominio propio es “ser propietario de autoridad sobre sí mismo”.
Ahora, en realidad todos tenemos el beneficio del dominio propio, todos somos propietarios de uno mismo –no somos esclavos--, y gozamos de completa libertad social, moral y religiosa. Por supuesto, teniendo en claro que esta libertad no es libertinaje y que esta libertad está sujeta a las leyes cívicas y gubernamentales por no incluir las leyes divinas. Sin embargo, el problema no reside en el hecho de que si somos dueños de sí mismos, o si tenemos dominio propio o no. El problema está en poder ejercer el dominio; En poder hacer uso de ese beneficio; En aplicar esa autoridad y poner en funcionamiento ese dominio sobre nosotros mismos.
Ahí está el verdadero problema; el hombre no es capaz de ejercer sujeción sobre sus pensamientos; no es capaz de controlar sus emociones; ni es capaz de refrenar sus impulsos, a no ser que él mismo aprenda a dejarse controlar por Dios.
LA MENTE CON RELACIÓN AL CUERPO
“Si alguno no ofende en palabra, este es varón perfecto,
capaz también de refrenar todo el cuerpo”
Es interesante ver como este versículo de la Biblia nos revela una notoria separación entre varón y cuerpo. Nos presenta dos entidades autónomas. Dice que el varón perfecto —hablando genéricamente hombre o mujer-- es capaz de “refrenar”... La separación o individualidad se ve claramente en el hecho de que el varón perfecto tiene el control sobre otra entidad que es el cuerpo, y está capacitado o facultado para refrenarlo, si así lo quiere. Sabemos perfectamente que el cuerpo no se manda por sí sólo, más bien tiene alguien que, supuestamente, controla lo que hace. Para entenderlo mejor, pudiéramos decir que uno es el objeto y el otro es el sujeto. Es decir, el cuerpo es el objeto y la mente el sujeto. Y, está de más decir, que el cuerpo hace lo que la mente le dirige a hacer. Esto es tan cierto que la Biblia, hablando de la mente (alma), nos dice que “cada uno recibirá según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo...”, dando a entender que el cuerpo no es nada más que una especie de vehículo guiado por la mente. Es decir, la responsabilidad no está en el cuerpo sino en el “varón” que dirige el cuerpo. Claro está que el cuerpo recibe directamente el impacto de las consecuencias contraídas por las malas decisiones tomadas por quien lo controla, de la misma forma que un vehículo se estrella y sufre consecuencias, por imprudencia de su chofer. Entonces, cuando hablamos de dominio propio, hablamos del dominio que tiene este varón sobre el cuerpo que maneja.
El cuerpo en tal caso, es la combinación de miembros que son dirigidos por el alma, que es la mente, y también la Biblia le llama corazón. Cada acción, movimiento y pensamiento están bien orquestados por la mente, que básicamente se compone de tres partes que son: intelecto, voluntad y emoción. Estos constituyen el alma, y a su vez son los elementos inmateriales que cumplen en pleno la expresión físico-material manifestada en cada individuo a través de su cuerpo. Sin el debido control ejercido por la mente, tendríamos un cuerpo muerto o descontrolado, como un vehículo sin chofer.
Aunque toda la complejidad y desarrollo intelectual esté en su máximo funcionamiento, y la voluntad desee hacer y deshacer, y las emociones estén convulsionadas para estallar en reacciones de todo tipo; nada, absolutamente nada, se podría realizar, si no fuera por el cuerpo que expresa y manifiesta todo lo que producen el intelecto, la voluntad y las emociones. Sin el cuerpo, el producto de la mente es algo inmaterial e incluso abstracto.
Si no tuviéramos cuerpo, no tendríamos que refrenar nada. Pero, como tenemos un cuerpo que responde a la mente, entonces lo que debemos aprender a controlar no es necesariamente el cuerpo sino el intelecto, la voluntad y las emociones.
VISIÓN
Considero que el dominio propio es como una disciplina:
Primero uno debe ver con la imaginación a donde quiere llegar. La pregunta es, ¿qué deseo lograr?.
Es como tener una visión, una meta. La visión es mirarse con los ojos del alma y verse en las condiciones que uno quisiera estar, lo que quisiera lograr. Quizás parezca difícil o aun imposible, pero hay un dicho común, en inglés, que es muy cierto y dice, “Where there is a will, there is a way” se pudiera traducir, “Donde hay voluntad hay camino”. Todo gran proyecto, toda gran empresa se comienza teniendo una visión. Este es el punto básico que pudiera hacer la diferencia en la actitud de muchas personas. Si la visión es clara y el deseo es de mejorar sus agrias relaciones interpersonales, entonces será más fácil la transformación. Pero, si por lo contrario la persona no quiere cambiar y se siente bien siendo agresiva y explosiva, su mejoramiento demorará hasta que ella quiere empezar una transformación.
MISIÓN
En segundo lugar, mi misión es dejar de ser “cascarrabias”. Nos debemos preguntar, ¿por qué deseo lograr tener dominio propio? ¿Cuál es la razón? En realidad, las razones pueden ser muchas y muy personales, pero básicamente es obvio que nadie quiere ser gruñón, nadie quiere tener el calificativo de “ogro”, nadie quiere alejar sus amigos o familiares por tener un indeseable mal-genio. Nadie quiere hacerse de enemigos o perder su trabajo o su circulo social o peor su propia vida, por su mal carácter. Entre estas y otras cosas también está la salud, la tensión nerviosa, la alta presión, los ataques al corazón, que muchos de estos son causados por altercados y peleas.
ACCIÓN
En tercer lugar está la acción. ¿Cómo lograré el dominio propio? ¿Qué debo hacer para lograr el dominio propio? ¿Cuál es el curso de acción que debo tomar? Es aquí donde las palabras y la promesas bíblicas se pueden poner en funcionamiento para que no explotemos ni hagamos explotar a otras personas. Es aquí donde con una visión clara de lo que queremos, y con una misión positiva de querer cambiar, nos ponemos en acción practicando sabiamente el dominio propio. Digo sabiamente por que se concuerda que la sabiduría juega un papel muy importante en la quietud emocional. El doctor Crabb dice en su libro Understanding People (Entendiendo a la gente):
“un desagradable evento puede generar emociones desagradables, sin embargo, este mismo evento puede llevarnos a emociones constructivas o a emociones destructivas, todo depende de la sabiduría interna...”
La Biblia nos dice: El necio da rienda suelta a toda su ira, más el sabio al fin la sosiega. (Proverbios 29:11) También dice que, “La blanda respuesta quita la ira.” (Proverbios 15:1). El enojo puede venir, eso nadie lo niega. Incluso, la ira puede venir, pues la Biblia dice “airaos pero no pequéis.” (Efesios 4:26). Y de los personajes bíblicos el que más se muestra airado es Dios, con unas 375 veces en el Antiguo Testamento. Esto quiere decir que lo malo no está en airarse, pues airarse es una reacción emocional, pero normal frente a algo que nos ha desagradado. La diferencia está en el control de la ira, o el descontrol llamado crisis de ira. El auto control es ejercer dominio sobre las emociones; la crisis es perder el control sobre las emociones. Por cierto crisis se define como el momento en que la persona pierde el control de la situación.
Es importante saber como reaccionamos frente a los desafíos imprevistos que nos afectan. Por esa razón debemos conocernos y entendernos a nosotros mismos y saber por que razón actuamos como actuamos. Si somos personas de temperamento sanguíneo o colérico vamos a reaccionar rápidamente frente a un estímulo, y casi sin pensar vamos a defender nuestro derecho. Los flemáticos y los melancólicos de por sí son más pasivos, aunque también reaccionan, pero muchísimo más lento e incluso pueden pasar días antes de que les afecte el evento ocurrido. Entre el sanguíneo y el flemático, el flemático es el más pasivo de los dos. El autor del libro Temperamentos controlados por el Espíritu, dice:
“El flemático hierve sólo cuando se le somete a una altísima temperatura y por ello rara vez explota dando rienda suelta a su enojo”. Sin embargo, del sanguíneo dice: “debería buscar el don de la templanza o del dominio de sí mismo”.
LA AGRESIVIDAD
La ira es emocionalmente un mecanismo de defensa, uno se aira cuando nuestro intelecto es atacado o nuestro amor propio es herido. También uno se aira en momentos cuando somos ofendidos y entendemos que fue algo totalmente injusto. Podemos reaccionar con ira por muchas razones; según Smalley en su libro, Vínculo de honor, bajo el subtítulo: Los tres rostros de la ira, expone la idea del psicólogo Gary Oliver donde dice que la ira es producto de tres emociones primarias como son: sentimientos heridos, frustraciones y sentido de inseguridad. Pero la ira no necesariamente tiene que llevar a la agresividad, pues aunque la ira es una reacción emocional, la agresividad es una acción física y por ende controlable.
La agresividad no es necesariamente falta de dominio propio. En ocasiones la gente espera que uno explote sólo para sacarlo de sus casillas, lo molestan o lo desafían hasta que uno no aguanta más. Lo interesante del caso es que tener dominio propio, en estas circunstancias es una forma de responder a aquéllos que esperan una reacción violenta. El expresar serenidad, en un sentido, es un método de comunicarles que hay una sobriedad, que hay un sabio análisis de lo que pasa y una madurez que no permitirá un descontrol de si mismo. En estos casos, si la persona reaccionara con algún tipo de agresión, sea verbal o física, sería como cuando un padre castiga a sus hijos teniendo como fin, no el dañar, sino el disciplinar.
La agresividad es también demostrada impulsivamente y de una forma descontrolada. Sabemos de crímenes y asesinatos que se han cometido y que han comenzado con una simple palabra ofensiva. El hombre que no ejerce dominio propio actúa instintivamente y su falta de dominio propio lo puede llevar de una simple discusión a un homicidio. La agresividad descontrolada tiene la tendencia a escalar a fines vergonzosos.
La agresividad se ha dividido en dos características: agresividad emocional y agresividad instrumental. Cuando no tenemos dominio propio, la agresividad es emocional, su fin es incierto y puede vacilar de una simple ofensa verbal a un horrendo crimen. También el blanco, en muchos casos, puede llegar a ser el mismo agresor y atentar contra su propia persona con impulsos de castigo o incluso suicidio. Este tipo de agresividad, aunque suena dramática no deja de ser verdad y hacer crueles verdugos de personas comúnmente conocidas como calmadas e inofensivas.
Para actuar desmedidamente no se tiene que ser un psicópata. Aun, muchas personas perfectamente normales, cuando no tienen dominio propio, pueden llegar al borde de la psicopatía. Los psicópatas son reconocidos por su conducta agresiva y antisocial, su descontrol es notorio y su dominio propio es mínimo. El psicólogo Bernardo Estamateas declara que este tipo de persona posee un alto grado de agresividad y buscan constantemente a quien hacer daño.
Increíblemente, cuando usamos de dominio propio, la agresividad puede llegar a ser de gran ayuda y servir como una herramienta, o como un instrumento para lograr fines positivos de enseñanza y corrección. Así, si la agresividad es controlada y más bien orquestada, con una meta en mente, los resultados no crearán caos ni traumas sino orden.
Cristo en una oportunidad vio que el templo en Jerusalén se usaba como negocio callejero de compra y ventas de animales y quien sabe que otra mercadería. La reacción agresiva de Jesús es un ejemplo de un total dominio propio. Dice la escritura que Él “preparó” un látigo. Cristo en su celo santo y espiritual pudiera haber arremetido furiosamente sin ningún control de si mismo. Sin embargo, él tomó su tiempo para preparar un látigo el cual usaría para echar a los cambistas fuera del templo. Este es un ejemplo de agresividad instrumental.
Siempre se ha visto y aun comprobado científicamente que la persona agresiva, lo es en cualquier lugar. Es decir esta persona reacciona agresivamente porque esta es su forma de ser, ha sido agresivo desde niño, continuó agresivo en su juventud y cuando fue adulto ya era una condición normal para él. Así lo aprendió, y así se acostumbró, y esta vino a ser su forma de comunicarse en situaciones donde quiera que se sintiera provocado. Sin embargo, en muchos de los casos no es un asunto irreversible, más bien es un asunto de entender su temperamento y de educar a la persona. El ejercer buenos modales y a reaccionar inteligentemente y sabiamente ante estímulos que provoquen una acción rápida, es parte del entrenamiento hacia una maestría del dominio propio.
ESTÍMULO, ANÁLISIS Y RESPUESTA
Existen básicamente tres pasos en el desarrollo de una acción, estos son estímulo, análisis y respuesta. El estímulo es todo aquello que nos afecta sea para bien o para mal. Un estímulo puede ser una palabra hiriente o una palabra amable o un golpe o una caricia. Al estímulo le sigue el análisis, es decir lo que se produce en nuestro razonamiento que hace descifrar y poder entender lo que ocurre. Finalmente viene la respuesta como resultado del estímulo y del análisis. La respuesta es el producto que se manifiesta a través de nuestro cuerpo y a su vez es la reacción final al desarrollo de una acción. Al ser seres pensantes, lo ideal sería que después de recibir el estímulo, pasáramos a analizarlo psicológicamente, y luego a responder. Si estos tres pasos no se ejecutan, entonces actuamos por instinto animal o natural.
La facultad de poder analizar y racionalizar las cosas es algo que los seres humanos tenemos por sobre los animales. Estas facultades están al alcance de todo aquel que quiera servirse de ellas. Cuando no existe esta transición mencionada, actuamos por instinto natural y saltamos del estímulo a lo que es una reacción. La secuencia, en el desarrollo de una acción, se destruye y se elimina un factor muy importante, que es la facultad del dominio propio; que viene a ser el análisis de las cosas que nos suceden.
En este ejemplo se muestra el estímulo como un golpe físico, o pudiera ser
psicológico también. El asunto es NO pasar instintivamente a la reacción, sino al análisis.
El análisis es extremadamente importante porque tiene cuatro funciones:
• Primero, sirve para comunicar (dejar saber) que uno está en control por más caótica que parezca la situación.
• Segundo, sirve de amortiguador al impacto que presenta el golpe de estímulo.
• Tercero, sirve de estudio para poder entender lo que sucede.
• Cuarto, sirve de preparación para un contraataque inteligente y más efectivo.
CONCLUSIÓN
Creo que el dominio propio es una virtud, y que siendo una virtud de tanto provecho, encontraríamos una infinidad de razones por la cual uno desearía tener dominio propio. Sin embargo es una disciplina que cuesta trabajo llevarla a cabo, pero, cuando se logra, puede llegar a ser una condición de vida, un estado de vida provechoso para aquél que la vive, y para los demás. LaHaye declara enfáticamente, “El dominio de sí mismo es la solución de los cristianos para el problema creado por los arranques de furia, temor, enojo, celos etc.”.
Una persona que por regla general es controlada en todos los aspectos que se desenvuelve, cometerá menos errores, vivirá más calmada, sufrirá menos estrés y actuará más sabiamente. No así aquél, que reacciona con estallidos, que pareciera incontrolable y que deja correr su agresividad emocional sin medir las consecuencias.
La diferencia entre tener un dominio propio versus tener una crisis propia, es saber quién está en control, si el cuerpo o la mente. En esos lapsos de segundos, cuando se nos ha desafiado, provocado o simplemente hemos llegado a nuestro límite, cuando sentimos que vamos a explotar, ahí es cuando necesitamos ejercitar la maestría del dominio propio. Nuestra estabilidad emocional debe estar fundada en lo que hizo Cristo por nosotros y sus promesas, y no en lo que nos dice o nos hace la gente.
Capítulo 3
VIOLENCIA DOMÉSTICA
Violencia doméstica, ¿qué es? Pudiéramos gastar tiempo y papel sólo definiendo lo que significa violencia doméstica, pero seguramente de poco serviría. Por este motivo, en este capítulo, me limitare a dar, simplemente, un básico enfoque de lo que es la violencia doméstica. Claro, daré algunas definiciones, y un tanto de estadísticas para poder asimilar mejor la realidad y seriedad de este mal que aqueja a nuestra sociedad. Sin embargo, a través del capítulo daré pautas con el propósito de educar a mujeres víctimas de violencia familiar. Además pretendo enfocar algunas posibles terapias que pudieran contrarrestar y alcanzar soluciones a hogares sufriendo este mal. De esta forma, es mi intención, ayudar a parejas a reencontrar propósito, felicidad y paz en sus matrimonios, y a reestructurar una base de comunicación interpersonal que es tan importante para el buen desarrollo y solidez del hogar.
Lamentablemente la violencia doméstica es un asunto tan vasto y complejo que definiendo lo que implican estas palabras, y dando estadísticas, sólo servirían para alarmarnos y conmovernos al ver la constante ola de violencia y abuso domestico que atraviesan nuestras familias. Al mirar los casos de violencia doméstica, se deja ver el aplastante desnivel y cargado porcentaje de víctimas del sexo femenino, y de víctimas niños, como son los hijos; en comparación al mínimo de víctimas hombres. Es decir, según las estadísticas, el 95% de los casos de violencia doméstica, el agresor ha sido el esposo. Los números hablan por si solos al ver que tan sólo un 5% de la violencia reportada, es atribuida a la esposa. Teniendo en cuesta estas estadísticas, este capítulo se desenvolverá con miras a ayudar y orientar a la mujer que es abusada por su esposo, y que sufre estos conflictos de violencia en su propio hogar.
Sin duda ya tenemos bastante violencia en el mundo como para hablar más del asunto. Sin embargo, es importante identificar, acusar y condenar este tipo de violencia porque ataca el núcleo, base y fundamento de nuestra sociedad como es el hogar y la infraestructura familiar. Aunque la violencia doméstica no es asunto de interés en el ámbito internacional como lo son las guerras y enfrentamientos bélicos entre países, o como es el terrorismo rampante que avanza como una sombra sobre inocentes civiles, la violencia doméstica es un depredador casi silencioso por cuanto no se denuncia como los demás crímenes, pero mata y destruye el auto estima, valor, moral y dignidad de mujeres y niños, dejando una marca imborrable que sólo Dios puede quitar.
DEFINIENDO VIOLENCIA DOMÉSTICA
Es interesante ver las diferentes definiciones y las amplias tonalidades que se le aplican a lo que es violencia doméstica. Aquí veremos algunas definiciones recogidas de fuentes experimentadas en el asunto. Pero, no sólo veremos las definiciones, sino que las sub-definiciones aplicables bajo los términos de violencia doméstica.
• Violencia doméstica significa cualquier asalto, golpe, asalto con agravantes, golpe con agravantes, golpes sexuales, molestias, molestias con agravantes, rapto, falso apresamiento o cualquier ofensa criminal que dé como resultado heridas físicas o muerte a un miembro de la familia hecha por otro miembro de la familia o alguna persona residiendo bajo el mismo techo.
• Violencia doméstica es todo lo que envuelve el uso de fuerza o intento de uso de fuerza en contra del cónyuge.
• Violencia doméstica es todo ataque o abuso físico, psicológico, verbal, emocional con el objeto de menoscabar el auto estima y ejercer control sobre miembros de la familia.
• Violencia doméstica es toda acción u omisión, directa o indirecta, que por cualquier medio perjudique y limite el legítimo y libre ejercicio o goce de los derechos humanos de una persona. Siendo esto causado por una persona con la cual tenga o haya tenido una relación afectiva, basada en la cohabitación y originada por parentesco, por matrimonio o por unión de hecho.
• Violencia doméstica es un inconsiderado y brutal intento de control sobre la esposa, hijos y propiedades, la cual quien lo perpetra viola los derechos humanos de sobre-vivencia, privacidad, autonomía, y respeto que es privilegio legal de cada miembro del núcleo familiar.
NO HAY ESCUSAS PARA LA VIOLENCIA DOMÉSTICA
La dinámica de la violencia doméstica; o en otras palabras, lo que mueve, promueve, motiva y alimenta la violencia doméstica es el pensamiento de una mentalidad enfermiza y egoísta. El hombre que abusa y golpea a su familia pretende con la violencia controlar lo que con la sabiduría y el amor no ha podido. Los factores por la cual él no ha podido hacerlo a través del amor, pudieran ser muchos. Pudiéramos considerar la falta de amor que él vivió cuando pequeño, o el abuso domestico por parte de su propio padre, o el abuso sexual del cual haya sido víctima. Aunque todo esto pudiera afectar e influenciar negativamente en el futuro del hombre, no hay ley ni regla que establezca un patrón absoluto, que obligue a ejercer la misma interrelación y crueldad que él vivió cuando niño. Incluso una reacción totalmente opuesta pudiera tomar lugar en la voluntad del hombre, y todo ese pasado infundir un sentido de superación, progreso y logro. Luchar por algo positivo en la vida, para él y su familia precisamente porque él no lo tuvo en su niñez, no es cosa imposible sino muy factible, pues es asunto de su predisposición.
Todo hombre es un ser pensante que deja de juzgar como niño y comienza a juzgar como una persona adulta. El hombre maduro, sabe lo que le conviene y lo que no le conviene, lo que puede cambiar y lo que no puede cambiar, tiene la facultad de amar o de odiar, y de elegir entre esto y aquello según su propia y autónoma voluntad. Es de considerar que la presión y los abusos son siempre perpetrados hacia los más débiles. El hombre que es abusador con su esposa e hijos, se amedrenta enfrentándose a la autoridad policíaca porque sabe las consecuencias que le acarrearía. Es verdad que muchos psicólogos apelan a la posibilidad de una niñez mal formada como fundamento y motivo de la violencia de algunos hombres, pero sobre esa posibilidad también existe el comportamiento tirano, narcisista y bien calculado de hombres inconsiderados y ególatras. Esto requiere un cambio de actitud y carácter más que una conmiseración por su niñez.
FACTORES DEL ABUSO
Básicamente, algunas de las razones de este comportamiento abusivo se deben a la inmadurez del hombre, al egoísmo, al machismo, al medio ambiente donde creció, al patrón de vida que observó o la tradición del pueblo de donde vino. No obstante estas no son razones para aceptar, excusar y tolerar violencia con su esposa e hijos. Reconocer los factores del abuso, de poco serviría sino se establece un criterio de mutuo respeto bajo la terapia de un consejero o el control de la autoridad.
Frecuentemente, el hombre es violento en su hogar por las siguientes razones:
1. La falsa y errónea impresión que tiene el esposo, de que él es quien manda en el hogar, le guste a quien le guste.
2. El aprovecharse de la fuerza brutal y fuerza vocal que él puede poner en función para atemorizar y ejercer presión sobre la familia.
3. El deseo cobarde de querer controlar su familia por la fuerza y no por la razón ni el amor.
4. Creer que a través de los gritos, golpes y abusos contra su esposa e hijos, se solucionarán los problemas que él tiene.
5. Sentirse bien, psicológicamente, al tratar de forma abusiva a los más débiles física y emocionalmente, como son esposa e hijos.
6. Algún problema de carácter psicopatológico, que no se haya prescrito médicamente, pero que sus acciones, reacciones y síntomas lo confirmen.
7. Una básica y obvia dependencia al alcohol, drogas, pornografía u otras adicciones que lo incapacite a cohabitar entre gente funcional.
Antes de pasar a ver las categorías de la violencia doméstica, reflexionemos brevemente en como poder prevenirlas. Si pudiéramos aplicar una guía, un modelo a seguir; con direcciones básicas y elementales, mucha de la violencia actual se pudiera minimizar y hasta eliminar. Tomemos, por ejemplo el respeto a los demás, a toda persona no importando su edad, su sexo o su condición. Un esposo que golpea a su esposa, le ha perdido todo respeto, cariño y amor. Debemos hacer el esfuerzo de aceptar y más bien comprender que cada miembro de la familia tiene sus alegrías, sus sueños, sus metas, aun los niños, y que nadie tiene el derecho de frustrar ni destruir el proceso natural de la felicidad familiar. No hay necesidad de violencia cuando somos gente pensante que tiene la facultad de arreglar nuestros desacuerdos y diferencias a través del razonamiento o la sabia dirección de un padre amoroso. Pero, lamentablemente, muchos optan por la violencia doméstica para lograr sus cometidos.
Veamos ahora algunas de las expresiones de la violencia doméstica.
La violencia doméstica se puede dividir en tres categorías como son, Violencia Física, Violencia Psicológica y Violencia Patrimonial. Estas, a su vez se ramifican dando a relucir una serie de factores que van desde una palabra ofensiva, hasta heridas de muerte. Seguidamente mostramos algunos gráficos donde se delinean los términos bajo sus debidas categorías.
La violencia doméstica y sus tres categorías
Estas tres categorías de la violencia doméstica tienen, a su vez, cada una de ellas, otras dos divisiones que identifican el tipo de abuso de una forma más detallada.
La violencia física, por ejemplo, se divide en violencia sexual y en violencia corporal. Tanto la sexual como la corporal es un ataque de contacto físico dirigido al cuerpo de la víctima. De todas las violencias perpetradas, la corporal, que tiene que ver con los golpes, es la más espontánea, es decir la que se ejecuta casi sin pensar. El autor del libro Fatal Distractions reconoce cuatro formas de expresar el enojo. A una de ellas le llama el avance “micro-ondas”. Esta, según él, provoca una reacción de enojo instantáneo que prácticamente se pueden escuchar los tres bip... bip... bip.... ¡BOOM! Y
los golpes comienzan.
La violencia psicológica, se divide en violencia emocional y violencia espiritual. Estas dos tienen el propósito de herir sentimentalmente, moralmente y destruir o tergiversar valores bíblicos para luego usarlos en contra de la fe de la víctima. Esto, con el propósito de destruir la personalidad y carácter de la víctima desmoralizando, poniendo dudas y confusión en su confianza. Aunque este tipo de violencia no deja marcas en el cuerpo, el mayor daño se hace a los valores personales. Palabras humillantes y degradadoras destruyen el auto-estima de la persona y dejan marcas traumáticas – muchas veces para el resto e la vida. El destruir la integridad emocional no viene a ser un asunto momentáneo en el momento de la pelea, sino que conlleva consecuencias devastadoras para el futuro de la persona que las sufre.
La violencia patrimonial, se divide en violencia material y violencia económica. Estas violencias están dirigidas a atacar los muebles, inmuebles, artefactos y dineros del matrimonio. Aquí los muebles y artefactos son víctima del abuso del hombre violentado. Lamentablemente la destrucción, en la mayoría de los casos, es de entre los artefactos propiedad de la esposa. De esta forma se puede distinguir que el enojo, o posible descontrol del hombre violentado, es hecho de una forma conciente y evaluada. Si perdiera el control de su razón, o tuviera un momento de demencia (como lo han catalogado), todo artefacto sufriría daños incluyendo sus pertenencias.
El abuso económico tiene que ver con la escasez, retención y supresión del dinero del hogar. La esposa necesita dinero para pagar las cuentas y para poner alimento en la mesa, pero el esposo exige, controla, malgasta, y no provee, haciendo sufrir a su familia.
ESTADÍSTICAS DE LA VIOLENCIA DOMÉSTICA
Estas estadísticas son tomadas de diferentes fuentes informativas que varían desde mujeres víctimas que fueron personalmente entrevistadas para este capítulo, hasta datos del FBI e información general de otros medios de información fidedigna. Vale decir que no se pretende con este informe dar una vasta acumulación de reportes estadísticos porque sería prácticamente interminable la lista de referencias de casos de violencia doméstica. Sin embargo, las más significativas, desde mi punto de vista, las he seleccionado y presentado aquí.
• Un acto de violencia doméstica ocurre cada 15 segundos; más frecuente que cualquier otro crimen en los Estados Unidos. (FBI)
• De todos los homicidios en Los Estados Unidos, aproximadamente 40% ocurre entre miembros de la familia y personas que viven juntos o que han vivido juntos. (FBI)
• 30% de las mujeres que piden asistencia médica en departamentos de emergencia pública, son resultado de violencia. (AJPH)
• 80% de los casos de rehenes son situaciones relacionadas con la violencia doméstica. (USDJ)
• Entre 1,500 a 2,000 mujeres son asesinadas por sus esposos o compañeros cada año. (FBI)
• 66% de los hombres que abusan a sus esposas, también abusan a sus hijos. (S. And F.)
Lamentablemente la violencia doméstica es un mal que no se erradica fácilmente, ni tampoco se acaba en la familia que se practica, sino que avanza casi de una forma hereditaria llegando hasta las nuevas familias formadas por los hijos; quienes a su vez fueron víctimas de este mismo abuso. Si no se le pone fin a la violencia doméstica, el patrón, ejemplo y consecuencias serán acarreados a los propios hogares, que eventualmente los hijos han de formar. Y prácticamente como un patrón establecido por esta familia disfuncional, se repetirá indefinidamente el mismo tren matrimonial a futuras generaciones.
Según la crianza de los hijos, la niña que aprendió de su madre la sumisión, aceptación, tolerancia y la aceptación de abuso, también procederá a asumir este rol cuando ella se case. Y el niño varón que aprendió de su padre el ser abusivo con su esposa, también será abusivo con su esposa cuando él se case. Interesantemente la interrupción y mejoramiento de las relaciones matrimoniales comienza a verse cuando al menos uno de los cónyuges viene de una familia funcional, aunque el otro venga de una disfuncional. El hombre que cuando niño vio a su padre abusar a su familia, inconscientemente llevará el mismo patrón de tenacidad y control abusivo a su hogar. Sin embargo cuando éste se casa con una mujer que fue criada en un hogar de paz, comunión y respeto, se enfrentará a una resistencia natural que contrarrestará, nivelará, pondrá reglas, y hasta exigirá -- en amor -- un hogar cálido y de respeto mutuo. Además de esto, si por un lado existen padres (o suegros) que ayuden moralmente y -- sin inmiscuirse en los asuntos-- pero sabiamente pongan su granito de arena para una mejoría en la relación, existirán más probabilidades de suceso matrimonial. En este tipo de combinaciones conyugales hay un 60% de probabilidades, que el matrimonio marche bien y sea funcional. Sin embargo, como dijimos anteriormente, el asunto de la violencia doméstica es un asunto muy complejo porque en toda situación se debe considerar el factor temperamento. Si el esposo es de temperamento fuerte, como en el caso de los coléricos, habrá menos posibilidades de una aceptación de parte del esposo para, con las reglas impuestas por la esposa. Ahora bien, si el esposo es flemático de temperamento, las probabilidades de un mejor entendimiento conyugal se aumentan.
LA POLICÍA Y LA VIOLENCIA DOMÉSTICA
Desde una perspectiva policíaca, el abuso doméstico es considerado un crimen y como tal, tiene la categoría de “misdemeanor”. Un “misdemeanor” es un cargo digno de arresto puesto que es una violación de la ordenanza de la ley municipal o del condado. En el caso de violencia doméstica, esta estipulado que el oficial de la policía, no requiere ni necesita aprobación o consentimiento de la víctima, ni consideración de ningún miembro de la familia para llevar a cabo el arresto. Incluso, la sección 741.31 (4) o 784.047 de las leyes estatales, autoriza al oficial a proseguir con el arresto según su criterio de buena fe. Esto es considerado así, porque en la mayoría de los casos, la víctima se siente atemorizada de retaliación por parte del esposo abusador, y a toda costa intentará prevenir el arresto. O sencillamente por la codependencia que la esposa tiene para con su esposo, creerá que ella se merecía esa paliza y que el esposo es totalmente inocente de todo lo que le ha hecho. La situación es tan contradictoria de parte de la víctima, que en muchos casos ella tendrá sentimientos de culpabilidad, e intentará a toda costa prevenir el arresto de su esposo, aunque ella haya sido abusada por él y se encuentre en condiciones criticas emocional y físicamente.
En situaciones de violencia doméstica, el oficial de la policía, junto a otros oficiales correspondientes al caso, obtendrán una detallada información que comprende, cosas tales como: Las primeras palabras que diga la víctima, sean entendibles o no. Cualquier información que ella diga espontáneamente, estando altamente emocionada o en perfecta tranquilidad.
Aunque parezca extraño es recomendable no limpiarse las heridas o lavarse la sangre o reparar o esconder nada que sirva de prueba a las autoridades. Sea en cualquier circunstancia que se encuentre la mujer, los hijos, el hogar en general, todo esto será importante evidencia para ayudar a la mujer abusada a salir de esta pesadilla.
En algunos casos los oficiales de la autoridad, usarán grabadoras y cámaras fotográficas para una mejor y detallada descripción de lo sucedido. Si hay testigos oculares, que vieron o que escucharon lo que pasó, pueden tener importante y contundente evidencias para ayudar a la mujer abusada.
En la próxima página mostramos algunas fotos un tanto descriptivas, de casos reales de violencia doméstica. Estas mujeres tuvieron el valor de reportar este crimen a las autoridades, y de esta forma pudieron recibir ayuda.
Fotografías de Mujeres Víctimas de Violencia Doméstica.
Hoy en día el crimen de violencia doméstica esta siendo tomado con más peso y seriedad que años atrás. Incluso, la ley federal impone un control sobre las armas, a tal grado, que si un policía u otra autoridad de la ley se encuentran envuelto en problemas de violencia doméstica personal, no podrá poseer o llevar un arma de fuego mientras el caso se investigue.
Es de imperativa necesidad, que en casos de violencia doméstica, las apropiadas autoridades sean notificadas, antes que ocurra algo peor y de irreversibles consecuencias. Cuando la violencia doméstica se reporta a la policía, la ley inmediatamente puede prestar ayudar a la víctima. Existe lo que se llama “Restricción Para Protección Contra Violencia Doméstica”, (Ing. Injunction For Protection Against Domestic Violence.). Llenándose esta petición, no sólo se recibe ayuda inmediata sino que eventualmente, a través de un Juez de la Corte del Circuito Judicial Undécimo en la Florida, se puede imponer y ordenar que el abusador haga lo siguiente:
• Que se mantenga alejado de los niños (hijos)
• Que se vaya de la casa
• Quitarle los hijos y dárselos a la esposa
• Hacer que pague “child support”
• Hacer que la policía esté en el hogar mientras el abusador recoge sus pertenencias
• Darle a la esposa posesión del carro y los muebles del hogar
• Ordenar al abusador que asista a un centro de rehabilitación
• Ordenar al abusador que no llame al trabajo de la víctima
• Ordenar al abusador que entregue toda arma de fuego a la policía
COMO COMBATIR LA VIOLENCIA DOMÉSTICA.
Hay una gran diferencia entre tratar los síntomas a tratar la fuente que produce los síntomas. Tratando los síntomas es como si uno pusiera un parche en la herida sin limpiar la infección. Lo importante es ahondar en el problema y volver a las raíces para establecer principios que quizás nunca se tomaron en cuenta cuando se comenzó el matrimonio. O que sencillamente se usaron sólo en el periodo de enamoramiento para luego ser olvidados y no practicados más, me refiero a los buenos modales.
La base de toda unión matrimonial no es lo que uno pueda recibir del otro, sino lo que uno puede darle al otro. Esto se llama amor. Y aunque esto no es un ensayo acerca del amor, no hay otro remedio más poderoso y practico para sanar heridas del alma y para remendar corazones destrozados, que las expresiones y sentimientos del amor.
Al hablar de expresiones me refiero a la comunicación verbal y no verbal de una pareja. Las dos son muy importantes a lo largo de la vida del matrimonio, pero la comunicación interpersonal de una pareja, marca la pauta para una buena o una mala relación que se ha de seguir. No es lo que se dice, sino como se dice, y si uno aplica la regla de oro “no digas a otros lo que no quieras que te digan a ti”, la relación conyugal será siempre llevadera. Esto es tan cierto que los proverbios del sabio Salomón dicen, “La muerte y la vida están en poder de la lengua...”, “Los labios del necio traen contienda...”, “La blanda respuesta quita la ira...” (Proverbios 18:6, 21 y 15:1). Mi pregunta es: ¿Qué elegiste como comunicación para tu matrimonio, palabras de muerte o palabras de vida?
Las palabras que vamos a ver ahora son simples expresiones que se interpretan como palabras de control, poder y subyugación. Normalmente estas palabras y otras, dichas con un tono de voz imperioso y con emociones sobrecargadas, tienen el propósito de ofender, amenazar y humillar. Lamentablemente si estas y otras palabras parecidas, se permiten desde un comienzo del matrimonio, será difícil – aunque no imposible – el cambiarlas por palabras más condescendientes.
Estas palabras y expresiones, son muchas veces la antesala verbal del abuso físico. Si esto es parte de la “normal” comunicación entre las parejas, entonces es una muestra que ya se ha perdido el respeto. Tomemos en cuenta que estos fragmentos de frases, son sólo un minúsculo ejemplo, y son sólo para tener la idea de lo que es una mala comunicación.
Tú nunca... (aprendes, entiendes...)
Te dije que...
Tú siempre con tus...
No quiero, y se acabó
Cuando aprenderás a...
Cuantas veces te lo tengo que decir
Estoy cansado de tus...
Ya verás lo que te va a pasar
Aquí el que manda soy...
Que me importan tus...
Eres una tal por...
La comunicación respetuosa que se merece cada cónyuge debe practicarse siempre y en todo momento. Los buenos modales y las palabras serviciales, alentadoras y amorosas deben ser un diario ejercicio en nuestro vocablo. Si se practica esta forma verbal, vendrá a ser de gran ayuda para la solidez del matrimonio.
Comúnmente llamadas las palabras “mágicas” son la base de una buena comunicación interpersonal entre los cónyuges. Aunque son palabras comunes y muy conocidas, conllevan la educación, buenos modales, el respeto y el debido valor a la persona que las recibe. Una vez más, éste es un simple ejemplo de donde podemos edificar una buena comunicación, estamos hablando de frases como:
Perdóname, no quise ofenderte
Necesito tu ayuda en esta situación
Realmente me equivoqué
Gracias por lo que me dices
Quiero que sepas que te aprecio mucho
Quiero decirte que te amo
Gracias por comprenderme
Puedes confiar en mi
Ten paciencia conmigo
Te prometo que no te ofenderé más
No sé que haría sin ti
Hay que regresar a lo más básico: ¿Cómo es una relación normal y saludable versus una relación anormal y enfermiza? Es importante tener como base la buena comunicación interpersonal, el respeto y valor que merece cada cónyuge. Además reconocer la libertad que debe existir en toda sana relación matrimonial versus una relación de esclavitud enfermiza.
Toda relación sea buena o mala, sea normal o anormal sea abusiva o comprensiva, comienza de algún punto básico. Desde un principio la forma comunicativa de los cónyuges comienza a formar las pautas de lo que será el acostumbrado manejo y habitual desenvolvimiento de la relación conyugal. No hablo sólo del aspecto verbal de la comunicación, sino todo tipo de comunicación física, emocional y verbal. Si se comienza mal, gradualmente se continuará en esa dirección, haciendo que sea más y más mal, o anormal la relación.
El que es abusivo, se vuelve más abusivo al pasar el tiempo. Esta realidad es tan escalofriante que según un artículo de la policía, con el título: Como Saber Si Tu Compañero Llegara a Ser un Abusador. Decía lo siguiente:
“...Las evidencias son abrumadoras; después de una primera golpiza,
ciertamente vendrán más golpizas. Mientras pase más el tiempo, las golpizas serán más severas y más frecuentes”.
Escala Ascendente de Violencia Doméstica
La escala de arriba nos da un ejemplo visual de lo que pudiera suceder a una pareja que comienza mal su relación matrimonial. No es un patrón estándar ni aplicable a todos los casos de violencia doméstica, pero muy similar a la realidad con la excepción de más o menos años.
El primer año empiezan con discusiones que no pasan de las palabras ofensivas. El segundo año, algunas cosas del hogar son destruidas pero no hay golpes. El tercer año vemos violencia física aunque no pronunciada. El cuarto año los golpes se han intensificado mucho más. El quinto año los golpes son brutalmente despiadados, continuos y hasta fatales.
Tomemos como ejemplo un periodo de cinco años en una pareja recién casada. Si la agresividad por parte del esposo es permitida al comienzo, nótese, PERMITIDA, en los primeros meses de casados, este acostumbramiento será parte de la rutina de la relación. El esposo percibirá esta tolerancia de parte de la esposa como algo normal y el abuso continuará cada vez más fuerte y peligroso, hasta llegar a niveles de índole criminal o fatal. La clave para prevenir todo esto es empezar bien. Establezcan desde un principio, o desde el principio de la terapia una relación honesta y sincera, conociendo sus sentimientos y expresando sus emociones sin temor el uno para el otro.
Si el matrimonio lleva ya algunos años disfuncionalmente, entonces hay que comenzar de nuevo. Esta vez con ayuda profesional de un consejero y con actitudes de querer cambiar con la ayuda de Dios.
CONCLUSIÓN
La conclusión de este capítulo pudiera ser un resumen de lo ya escrito y establecido, pero quiero ir más lejos con el propósito de poner un granito de arena en el mejoramiento de matrimonios que pudieran ser víctimas de la violencia doméstica. Quisiera llegar al corazón del hombre, esposo y padre de algún hogar que llora y sufre esta desgracia.
Quiero decirte que para llegar a tener un matrimonio funcional debes invertir en tu familia, en tus hijos. Debes comprender las necesidades emocionales de tu esposa, debes mirarla a los ojos al conversar. Invertir, es prestarle atención cuando ella habla, es hacerle sentir que ella es valorada, es compartir con tu esposa tus sentimientos, es invertir tiempo con ella para dialogar, es invertir tiempo de calidad con tus hijos.
La mujer debe sentirse valorada no por lo que ella pueda ofrecerte sexualmente, sino por lo que ella es, una mujer, una esposa, una madre, etc. Deben haber más momentos de intimidad emocional que, incluso de intimidad sexual. Recuerda, siempre la esposa busca apoyo y comprensión emocional en su esposo, pero muchas veces lo que recibe es desinterés y hasta desprecios.
No todo el trabajo del hogar se lo debe llevar la mujer, tú también debes cooperar en todo lo que sea posible, de esta forma aliviarás la carga que lleva tu esposa especialmente cuando hay niños pequeños de por medio.
Ambos deben dialogar con respecto a los intereses de la familia. Deben prestar atención a los sentimientos de sus hijos para que no crezcan reprimiendo sus sentimientos ni tengan una autoestima baja. Prestar atención a sus palabras, ideas, comentarios y que se sientan libres de expresar sus ideas es de vital importancia para una buena y sólida personalidad. Si se les avergüenza y se les calla no se desarrollarán sus aptitudes interpersonales ni comunicativas y serán siempre superados por otros.
Y por último, debes abandonar esas reacciones de enojo que te atan. Debes buscar ayuda profesional. Debes controlar el enojo. El proceso de madurez debe comenzar pronto en tu vida. Aprender a contenerte y tomar la iniciativa para poner fin a las peleas. Piensa en las consecuencias antes de estallar en ira y aprende a controlar tus impulsos. Cálmate, reflexiona y después de haber reflexionado en el problema confróntalo con calma y ama, ama, ama a tu esposa e hijos.
Capítulo 4
CODEPENDENCIA
Recuerdo haber estado ansioso de tomar la clase “Codependencia”; por razones obvias tenía la impresión de que no habría complicaciones. Pensaba que codependencia tenía que ver con grupos de individuos envueltos en algún tipo de adicción común para ellos, y que se les delegaba este término de codependientes. Pero estaba preparado para ser apropiadamente instruido y estaba a la expectativa ante el nuevo estudio.
Recuerdo que el primer día de clases, el profesor comenzó haciendo un esfuerzo en explicar lo que era codependencia. Aunque hacía todo lo posible para esclarecer la definición, yo, por lo menos en mi particularidad, no lograba entender pormenores y detalles que me ayudaran a fundamentar una base en el asunto. Algo no encajaba ni aun en los ejemplos que se daban. Al parecer el problema radicaba en la multiplicidad de síntomas que se le atribuían a lo que es la codependencia. Incluso, la tan aparente contradicción que presentaban sus características, le hacia más difícil en darle una dirección clara.
Al pasar las horas, entre preguntas que iban y respuestas que venían, logramos – los estudiantes – establecer una idea, según las explicaciones del profesor, y la definición que él había dado de lo que es codependencia. Mi esperanza floreció cuando recibimos el libro de estudio asignado para esta clase. Lo comencé a leer con gran entusiasmo buscando entender mejor lo que era codependencia. No obstante, aunque el libro es rico en técnicas de aconsejamiento y conceptos psicológicos que hablan sobre la problemática humana, el término codependencia brilló por su ausencia. Solamente surgió una muy limitada mención de ciertas características que envuelven a familias de alcohólicos, y que al saber lo que es codependencia, pudiéramos aplicárselas.
Al asistir a las siguientes clases el tema estructural de lo que es la codependencia, se abordó livianamente edificando sobre el criterio presentado por el profesor y mayormente ampliando en lo que son los mecanismos de defensa y sintomatología en sí. Este tema es adyacente a lo central, y es una ramificación de la codependencia. Claro, los mecanismos de defensa y la sintomatología, al ser explicados apuntan a las características que presenta el codependiente, delatando sus temores y comportamientos que hacen evidente su realidad enfermiza.
Es así que poco a poco vamos dándole forma a lo que es la codependencia; descartando asunciones y especulaciones innecesarias y confusas. Con esto quiero dejar en claro que no es mi intención solamente enfocar la perspectiva secular más común, sino la más acertada en cuanto a términos generales y aplicables a la consejería pastoral se refiere. A su vez, quiero adoptar un criterio más definido y definitivamente más simple en la infraestructura de lo que es el fenómeno clínicamente llamado, codependencia.
Es de considerar que la amplia y variada gama de definiciones, aplicaciones, síntomas y características atribuidas a este término, hacen que aun en el más básico razonamiento práctico se complique el análisis de lo que es la codependencia. Es decir, para poder entender más claramente los pasos elementales de lo que comprende la codependencia, se requiere primero apreciar y más bien aceptar el amplio panorama que críticos del caso han ofrecido a lo largo de la corta existencia de este término. La aparente complicación se debe a la variada perspectiva de quienes interpretan lo que es la codependencia, que a su vez, en muchos casos se contradicen entre sí y se deja ver la evidente y diametral oposición al definir la palabra. Tomando en consideración la versátil ramificación de las características cargadas al término codependencia, es fácil envolverse en la inmediata paradoja que se nos presenta al estudiarla. Ahora, sin más preámbulo abordemos el tema de la codependencia.
¿QUÉ ES CODEPENDENCIA?
Quizás la más elemental pregunta para empezar a ahondar en el tema de la codependencia es: ¿Qué es codependencia? No obstante, pienso que no se le podría adjudicar una explicación de forma libre y absoluta, sin tener que atravesar por posibles prejuicios en la redacción de la misma. Pudiéramos decir que es una virtud que todos debiéramos añorar y obtener pues es una forma de ayudar a quien es un dependiente o adicto a algo. O que es una debilidad que debiéramos rechazar y superar, porque muchas veces por tratar de ayudar, lo que hacemos es esconder o negar.
Estoy estudiando consejería cristiana y tengo que entregar un trabajo de una "supuesta entrevista con una mujer maltratada y está información está muy buena. Me gustaría saber si tienen alguna entrevista que me pueda ayudar más y me la envian. Se lo voy agradecer. Carmen L.
ResponderEliminarNO TENEMOS ENTREVISTA PERO BUSQUE EN YOUTUBE.COM, SEGURO QUE ENONTRARA MUCHAS.
ResponderEliminarUN ABRZO.