Verso de Hoy

CRECIMIENTO Y DESARROLLO EN LA IGLESIA



Fundamentos Bíblicos

Evidentemente si no prestamos atención a los principios que Dios diseñó para que su reino crezca no podremos ver los resultados que él quiere darnos.
Por medio de la enseñanza y desafío a la acción en el poder del espíritu Santo una iglesia puede ver realizado el propósito de Dios de ver su iglesia crecer y extenderse hasta llegar “a lo ultimo de la tierra”.
Hay 5 áreas en las que Ministerio Crecer ha enfocado sus recursos y talleres para ayudar a una Iglesia a crecer en los fundamentos bíblicos. Muchas de ellas han experimentado un avivamiento y un renovar las cuales le ha llevado a la multiplicación. Ellas son: Valores, Discipulado, Evangelismo, Células y Misiones.

Valores


Todos nosotros tenemos valores interiores que determinan cómo utilizamos nuestro tiempo, nuestra energía y nuestros recursos. Evidentemente estas prioridades interiores determinan “cómo vivimos nuestra fe”, por lo tanto hasta que no revisemos cuales son nuestros valores personales no vamos a poder soñar con cambios en la vida de nuestras iglesias porque la realidad de nuestras iglesias se encuentra basada en la manera cómo cada cristiano vive los valores de Dios.
Para que Cristo sea el centro de nuestra iglesia debemos empezar a valorar lo que él valora y de esa manera vivir como él vive. Si nosotros vamos a vivir como el cuerpo de Cristo debemos identificar los valores que caracterizan el corazón de Dios y hacerlos nuestros valores como iglesia.

Discipulado

Este proceso implica seguir el ejemplo de Jesús en formar personalmente discípulos. La relaciones fue una virtud en Jesús. Al estar por varios años con sus discípulos, Jesús logra impactar e influenciar sus vidas y la de muchos otros que también le seguían. El discipulado ha perdido valor en muchas iglesias, pero si tu Iglesia desea formar lideres, hombres y mujeres que con su ejemplo puedan imitar el carácter Cristo-céntrico a través de sus acciones.

Evangelismo

Este proceso implica compartir con claridad, con amor y de manera completa el mensaje del evangelio a los que todavía no creen. Luego que una persona conoce el plan de salvación de Cristo y el propósito para su vida, podrá crecer bajo el acompañamiento del discipulado.

Células

Este proceso implica colocar a los miembros en un sitio informal, personal y participativo donde ellos edifiquen el cuerpo de Cristo a través de la actividad propia de cada uno mientras están unidos al cuerpo.
Cada vez que vemos una iglesia celular en crecimiento se confirma que son una herramienta creada por Jesús mismo para el desarrollo de la fe y de su iglesia.

Misiones

Nosotros no podemos alcanzar el propósito de Dios para nuestras iglesias si la guiamos a realizar la tarea según nuestras ideas En Hechos 1.8 Jesús declaro cual era su propósito para su iglesia. Con estas palabras él nos dice cual es el potencial que él sueña para su iglesia y adonde esta debe apuntar.
Este proceso implica concientizar a los miembros del alcance mundial que Jesús soñó para su iglesia hasta guiarlos a un compromiso concreto y regular de sus vidas por la Obra Misionera Mundial.
En nuestra área de Recursos Crecer podrás descargar talleres y ayudas para la Implementación de estos procesos.

Siete principios dinámicos para el crecimiento de la Iglesia

 Fernando Alexis Jiménez
E
l pastor Julio ensayó muchos métodos procurando que la congregación que tenía a cargo hacía cinco años, con treinta y dos personas—la mayoría pasaban de cincuenta años–, experimentara crecimiento. Ensayó con células o grupos pequeños, y no salió bien. Luego con campañas evangelísticas en las calles, y tampoco, y por último, intentó con reuniones a las que invitaba a los jóvenes, pero al ver los muchachos que la concurrencia mayor era de adultos, se iban despavoridos.
            Alguien le recomendó promover películas al aire libre, pero no llegaron interesados salvo la dueña de un puesto de fritanga que creyó que en ese evento haría su agosto. Un creyente de una iglesia capitalina le propuso difusión de volantes, estrategia que no dio mucho fruto salvo que el alcalde del pueblo se quejó por la “basura que andan regando por ahí”. 
            El pastor Julio estaba desesperado. Compró siete libros sobre crecimiento de la iglesia y se los leyó en mes y medio. ¡Nada pasó! Las cosas seguían igual. Cada vez estaba más frustrado. Los líderes lo miraban expectantes, como preguntándose: “¿Y ahora qué paso seguimos…?” Él mismo no tenía respuestas. Estaba desconcertado.
            En los cursos a los que asistió—perdió la cuenta de cuántos—no aprendió más allá de cuanto había leído. Y su pregunta recurrente era: ¿Cómo lograr que nuestra congregación crezca?
            ¿Le suena familiar esa pregunta? Probablemente sí. Es el mismo interrogante que se formula hoy infinidad de ministros cristianos en todo el mundo.
El crecimiento de la Iglesia: el propósito de Dios
            Desde el momento en el que se estableció la Iglesia, de la que usted y yo somos parte activa, el propósito de Dios ha sido su crecimiento. Es el medio a través del cual se extiende el Reino. El problema estriba en la existencia de congregaciones raquíticas, que se conforman con el paso de los años sin que ganen una nueva alma para el Evangelio. Y cuando eso ocurre, cuando una sola persona llega a los pies de Cristo, hacen fiesta como si fuera algo extraordinario.
            Por el contrario, lo más natural es que a la congregación llegaran más y más hombres y mujeres anhelando la transformación que produce el mensaje de Jesucristo. ¿Por qué no ocurre?¿Cuál es la razón por la que existen iglesias en un estado de estancamiento permanente? Estos dos interrogantes deben llevarle a reflexionar qué está pasando con su vida y ministerio.
            ¿Desea un cambio? Sin duda que sí. Por ese motivo le invito a considerar Siete principios dinámicos para el crecimiento de la Iglesia que encontramos en los primeros tres capítulos del libro de los Hechos de los Apóstole
1. La unidad de los creyentes
            ¿Cuál es el propósito de una iglesia? No es mostrar las enormes potencialidades del pastor o el liderazgo, el completísimo currículo de formación para los nuevos creyentes, lo hermoso del templo ni las novedades en las celebraciones. Somos ustedes y yo, como ovejas, como ese conjunto de creyentes, quienes marcamos la diferencia, y uno de los principales distintivos, es la unidad.
            Los primeros tres capítulos del libro de los Hechos de los Apóstoles arrojan una poderosa enseñanza respecto al profundo impacto que generaron los creyentes y de qué manera, la congregación se multiplicó rápidamente: “Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre,  la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. ” (Hechos 1:4)
            La unidad es fundamental. Nadie es más importante que otro al interior de la congregación. Todos estamos enfocados a un solo propósito: alcanzar las Naciones para Cristo. Por ese motivo, no podemos decir que aquella denominación es más importante que la nuestra debido a que su membrecía es mayor. Todos—absolutamente todos—somos valiosos en el Reino, aun cuando nuestra congregación tenga unos cuantos hermanos en la fe reuniéndose (Cf. Romanos 12:4-13).
2. Obediencia a los mandatos de Dios
            ¿Cuándo una iglesia sienta las bases para su crecimiento? Cuando a la unidad de los creyentes, sumamos un segundo elemento de trascendencia: la obediencia a los mandatos de Dios. ¿La razón? Hoy día es fácil escuchar doctrinas sin fundamento bíblico, que atrae millares de personas pero –por falta de solidez—tales creyentes terminan yéndose.
            Cuando se despidieron del amado Señor Jesús, regresaron a su punto de concentración, fieles al mandato del Señor: “Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.  Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo. ” (Hechos 1:10-12)
            Obediencia. Una sola palabra, pero ¡tan difícil de aplicar! ¿Por qué? Porque todos queremos hacer las cosas a nuestra manera. Gobernarnos solos. Eso lo puede apreciar en su relación de familia pero también en la Iglesia. Hay líderes que no se someten al pastor porque sienten que la “unción” sobre ellos y no deben seguir sus orientaciones. En una congregación así, jamás se producirá un avivamiento.
3. Búsqueda sincera en oración
            Las actividades en la iglesia son muy importantes. Dinamizan la predicación de la Palabra, el discipulado y la consolidación de los cristianos; no obstante, el activismo sí es perjudicial. Es esencial que los creyentes tomen tiempo para una sincera búsqueda de Dios. Está por encima de todo lo demás.

            ¿Qué fue lo primero que hicieron los discípulos tras despedirse del Señor Jesús? Reunirse, como Él les instruyó—obediencia–, y volcar nuestros esfuerzos a buscar el rostro del Señor en oración, meditación de Su Palabra y escucha de Su voz:
            “Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos. ”(Hechos 1:13, 14)
            La Escritura es específica al señalar que perseveraban, es decir, eran constantes. Todo el tiempo, sin desmayar. Y esa perseverancia se manifestaba en oración y ruego. Búsqueda de Dios, siempre. Es el fundamento para que una iglesia crezca y el aumento de sus miembros sea cada vez mayor.
4. Darle a Dios el primer lugar
            Cuando le otorgamos el primer lugar a Dios, todo proyecto tiene asegurada la victoria, y más cuando se trata de la iglesia (Cf. Salmo 127:1-3) No somos usted y yo como líderes los más importantes. El verdaderamente importante es el Señor. Nada más que Él.
            Los primeros creyentes oraban y predicaban. La Biblia relata que el apóstol Pedro compartió  ante un nutrido número de personas reunidas en el aposento alto, la necesidad de escoger reemplazo para Judas: “En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número), y dijo: Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús, y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio. Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad…. Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros… Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías. Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido, para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar. Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles. ”(Hechos 1:15-26)
            Los planes y proyectos pueden sonar interesantes y atrayentes, por su aparente eficacia, pero al primero que debemos pedir orientación sobre la ruta a seguir, es a nuestro amado Dios. Él debe ser quien, por la obra de Su Espíritu Santo, nos oriente en la toma de decisiones…
            Cabe aquí resaltar que las estrategias que han funcionado en una iglesia, no necesariamente lo serán en otra denominación. Dios tiene un plan para cada grupo de creyentes. Jamás olvide que Él trata con nosotros de manera individual.
5. Dependencia del Espíritu Santo
            Con frecuencia escucho personas que aseguran “hablar en lenguas” y siempre que lo hacen, es el mismo conjunto de vocablos. Pareciera que lo memorizan. Y eso no es precisamente hablar en lenguas. Es algo espontáneo cuando Dios toma el control de una persona.
            Igual con otras manifestaciones como la “risa santa”, la “embriaguez” en el Espíritu o caer. Dicho sea de paso, no soy amigo de estar imponiendo manos porque suele ocurrir que las personas se ocupen más de la unción que hay en el predicador que en la transformación espiritual y personal que debería traer tal caída en el Espíritu.
            Una iglesia dinámica, que crece, es una iglesia que se deja mover por el Espíritu de Dios, como ocurrió con los creyentes del primer siglo: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.  Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados;   y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.  Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.  Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo.  Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua.  Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan?…”(Hechos 2:1-7)
            Cuando es el Señor quien se mueve en nuestra existencia, el poder de Dios respalda la predicación del Evangelio y todo cuanto hacemos, Necesariamente—y permítame resaltar esta palabra–, la iglesia crece.        Como consecuencia de ese mover sin precedentes del Espíritu Santo “…los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.  Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. ” (Hechos 2:41, 42)
            No era necesario presionar a nadie: todos querían ser parte de ese algo inexplicable que se estaba dando entre los creyentes. Igual hoy si dejamos de lado el show pretendiendo mover nosotros al Espíritu Santo—llegando a la impertinencia de darle órdenes como “Muévete con poder Espíritu Santo”, como si fuera nuestro asistente—y lo dejamos que Él haga las cosas a Su manera.
6. Vivir el evangelio
            La mejor predicación es la que se hace con los hechos. Una encuesta que leí hace algún tiempo mostraba que si un elemento alejaba a las personas de ser creyentes, era que veían en los cristianos a personas que predicaban pero no hacían. ¡Nuestros hechos deben reafirmar con hechos aquello que decimos!
            Los primeros cristianos no sólo predicaban las Buenas Nuevas de Salvación sino que vivían el Evangelio: “Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas;  y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.  ” (Hechos 2:43-47)
            A través de la iglesia el poder de Dios se manifestaba con poder. Se predicaba el Evangelio, los enfermos recibían sanidad, los endemoniados eran libertados y la sociedad en la que se desenvolvían los cristianos, experimentaba una profunda transformación. Como consecuencia se añadían cada día más seguidores del Señor Jesús.
7. Dependencia de Dios
            El Señor es quien nos asegura la victoria. Por eso es fundamental que dependamos enteramente de Él. El poder no es nuestro, sino que proviene de Él. Recuerde el incidente en el que se mostró el poder divino obrando a través de los discípulos:
            “Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo.  Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna.   Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios. Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido. ” (Hechos 3:1-10)
            Los dones y talentos nuestros como servidores, deben estar al servicio del Señor. Él es quien debe glorificarse.
            Jamás olvide que la caída de pastores, obreros, líderes y cristianos comprometidos ocurre cuando nos desprendemos de la mano del Señor Jesús y nos movemos en nuestras fuerzas y capacidades. El enemigo saca ventaja y produce problemas. Produce en nuestra existencia reveses en el ámbito personal y espiritual.
La oración, fundamento para crecer
            Las iglesias de más rápido crecimiento en el mundo testifican que no son las estrategias humanas sino la oración, el elemento dinamizador que asegura resultados eficaces. Estados Unidos y Corea son un ejemplo. Pregunte usted y comprobará como creyentes en clamor, sentaron las bases para una explosión en su membrecía. El problema estriba en que hoy se buscan más las estrategias y la aplicación de los planes, que el rostro de Dios.
            Si oramos, milagros ocurrirán, el avivamiento será real en cada comunidad de creyentes, y los propios miembros de las iglesias, experimentarán en sus vidas crecimiento personal y espiritual. No podemos olvidar jamás que cambiar  el curso de la historia está en manos de los intercesores.
            En el caso de las iglesias coreanas, hay tres elementos que han sido claves para sus pastores y líderes en la dinámica de iglecrecimiento:
            a. Oración matutina. La mayoría comienza la búsqueda del Señor en sus casas y en los templos desde la madrugada. Los resultados son sorprendentes.
            b. Vigilias de oración. Generalmente son los viernes, y acuden multitudes a orar. Pasan la noche entera en clamor. Las vigilias no constituyen una pesada carga sino una enorme bendición para quienes participan en ellas.
            c. Montañas de oración. Las iglesias disponen de grandes extensiones de terreno en las que los creyentes se reúnen orar día y noche. Es una búsqueda constante del rostro del Señor.
            A este elemento se suma otro más: los pastores, obreros y líderes comprometidos en la extensión del Reino, tienen espacios—en sus oficinas o casas—específicamente dedicados a la oración. Es su espacio de descanso espiritual, donde claman y oran. Ese es el secreto de que Dios se manifieste en sus vidas.
Armonía en la oración
            La unidad de los creyentes en oración es esencial, pero a la par, que haya armonía en lo que se pide a Dios. No puede ocurrir que unos cristianos pidan una cosa al Señor y otros, otra bien distinta. Es fundamental que la unidad se manifiesta también en aquello que pedimos al Padre.
            Sólo cuando hay armonía con la voluntad de Dios, la oración es eficaz. ¿Por qué razón? Por que Dios el Padre responde a nuestro clamor. Esa es la verdadera eficacia, cuando hay respuesta a las oraciones.
¿Requisitos para quienes oran?
            Con frecuencia me preguntan sobre los requisitos de quienes están en el ministerio de la oración e intercesión. Y mi respuesta categórica: “No hay requisitos”. Basta que usted disponga su corazón para buscar al Señor. Los milagros se producen, las almas se entregan a Cristo, las iglesias crecen. ¿Los resultados son sorprendentes!
            Ahora, en la Biblia encontramos al menos 23 tipos de oración, pero si queremos que haya respuesta, es esencial que contengan dos elementos: El primero, que se pida al Padre en el Nombre del Señor Jesús (Cf. Juan 14.13), y el segundo, que el creyente permanezca en Cristo (Cf. Juan 15:7). Son claves, como podemos comprobarlo al leer los textos. Y transversal a esos dos cimientos, hay un tercer aspecto que no podemos desconocer y es que, si queremos respuestas a nuestras oraciones, lo que pidamos debe estar en consonancia con la voluntad de Dios.
            Cuando oramos, se combinan dos elementos: la autoridad que ejercemos en Cristo, y el segundo, la intimidad que mantenemos con el Padre celestial, quien nos ama y no solo escucha sino que responde a nuestras peticiones.
            Lo lamentable es que muchos de los pastores, obreros y líderes que anhelan el crecimiento de las congregaciones que tienen a cargo así como sus propias vidas, no consideran la oración como una prioridad. Si les pregunta, le dirán que por supuesto, pasan tiempo en oración; no obstante, en la intimidad no es así. Se ocupan de todo, menos de buscar el rosto del Señor. Y Cristo no ocupa el primer lugar en su existencia y ministerio, como debería ser (Cf. Mateo 16:18) Por tanto es necesario pasar de la retórica, de decir “Sí yo oro”, a la oración activa, eficaz, que trae cambios.
            Tenga presente que las iglesias crecen cuando hay oración de por medio. Y, como lo dice la Biblia, nuestras oraciones suben delante de Su presencia, como incienso de olor fragante (Cf. Apocalipsis 5:8; Salmo 141:2)
            Y hablando de clamor, ¿Ya recibió a Jesucristo como Señor de su vida? Si no es así, hoy es el día para que tome esa decisión. Puedo asegurarle que su vida será transformada y Dios colmará todas sus expectativas, llevándolo siempre a nuevos niveles de crecimiento personal y espiritual.
Si tiene alguna inquietud, por favor, no dude en escribirnos a pastorfernandoalexis@gmail.com o llamarnos al (0057)317-4913705.
© Fernando Alexis Jiménez- Síganos en www.guerraespiritual.org

LOS DESAFÍOS DEL CRECIMIENTO

Una perspectiva neotestamentaria sobre el crecimiento de la iglesia
Samuel Marcano, anciano de la iglesia Dios es Amor[1]
INTRODUCCIÓN
Existe ahora mismo un marcado énfasis en el crecimiento eclesial.  Por un lado, los expertos en iglecrecimiento han saturado el mercado con bibliografía que nos motivan a creer que el crecimiento de la iglesia es una necesidad.  Por otro lado, modelos de iglesias crecientes han aparecido en todos los continentes para indicarnos que el sueño de tener una iglesia con miles de creyentes es posible en esta generación.  Hemos aceptado entonces el desafío de ver el crecimiento de nuestra iglesia como una necesidad y como una posibilidad, lo cual nos empuja a desarrollar todos los planes y estrategias posibles para lograr esa meta.
Sin embargo, algunos han asumido el crecimiento eclesial simplemente como el anhelo de tener una mega-iglesia con miles de miembros sin importar el costo.  La meta cuantitativa se convierte en un fin en sí mismo y si para ello deben sacrificar un poco la doctrina, diluir las exigencias bíblicas, prescindir de ciertas enseñanzas o hacerse la vista gorda de algunos pecadillos “blancos”, el resultado, según ellos, bien vale la pena tales omisiones.
Tarde o temprano el asunto del crecimiento será una preocupación de los líderes de la iglesia.  Es necesario entonces que asumamos una postura bíblica, clara y consecuente que nos permita responder sin ninguna duda sobre cuáles son los principios bíblicos que  deben sustentar el crecimiento de nuestras iglesias.  En buena hora nos recuerda Rick Warren que el crecimiento no tiene por que sacrificar el mensaje ni la misión de la iglesia.[2]
CRECIMIENTO INTEGRAL
El principio bíblico por excelencia que debe guiar el crecimiento de la iglesia es el de la integridad.  El término integral, en una de sus principales acepciones, señala aquello que está entero, completo, que abarca la totalidad de sus partes.  Un crecimiento integro es aquel que no enfatiza sólo una dimensión de la iglesia sino que considera la totalidad y complejidad del cuerpo de Cristo.
En el Nuevo Testamento el adjetivo todo aparece en varios contextos para indicar esta integridad.  El creyente tiene el compromiso de mostrar su santidad en TODAS las esferas de su vida (1Pedro 1:5; Hebreos 13: 18; Tito 2:10);  Dios mismo obra en forma integral en TODAS las áreas de la vida del creyente (1Tesalonicenses 5:23); TODO lo que el creyente hace debe buscar la gloria de Dios (Filipenses 2:14; Colosenses 3:17, 23) y en la comunidad cristiana TODA actividad debe apuntar a la edificación de TODO el cuerpo (1Corintios 14:26, 40; Colosenses 2: 19).  No avanzaremos mucho en el estudio del Nuevo Testamento sin notar este énfasis que se hace en un crecimiento integral de la iglesia.

Cantidad y calidad.
La integridad del crecimiento implica que debemos crecer tanto en número como en calidad de vida (crecimiento cuantitativo y cualitativo).  Hay figuras en el  Nuevo Testamento que describen la naturaleza creciente de la iglesia.  Las parábolas de la semilla de mostaza y la levadura de Mateo 13: 32-33 son un ejemplo.  Hendriksen señala que posiblemente el grupo de seguidores de Jesús se veía a sí mismo como una pequeña e insignificante comunidad de hombres sin mucho futuro y estas palabras tendrían el objetivo de animarles al afirmar que el reino de Dios, aunque tiene ciertamente un comienzo muy pequeño, crecerá hasta ser un sitio de refugio para muchas personas (Hendriksen, El Evangelio Según San Mateo, p.592).  Por otro lado, Lois Barbiere indica que ambas parábolas indican el crecimiento dinámico e indetenible del reino, el cual, una vez iniciado, crecerá en forma progresiva hasta la consumación de los tiempos (Barbieri en The Bible Knowledge Commentary, tomo 2, p.51).
No nos sorprende que en libro de Hechos la iglesia creciera con tanta celeridad tanto en la cerrada y tradicional cultura judía como en la pagana y decadente cultura helénica.  Los creyentes crecieron de 120 a 3.000 en menos de un mes (Hechos 1:15 y 2:41).  Luego Lucas informa que se convirtieron como 5.000 varones en los siguientes tres meses (Hechos 4:4).[3]  Se nos reporta que el número de los discípulos se multiplicaba grandemente por todas las provincias  (Hechos 5:14; 6: 1, 7; 9:31; 10:45; 11:19-30; 12:24; 13:48, 49).  No cabe ninguna dudas que el libro de Hechos es sobre todos un reporte del crecimiento de la iglesia en sus primeros 30 años de historia (desde el 33 d.C. hasta aproximadamente el 63 d.C. según Hoener).
Esa onda expansiva del reino de Dios ha continuado tal y como Cristo lo declaró en la parábola de la semilla de mostaza.  Al final del siglo uno había iglesias en las principales ciudades del imperio romano, incluyendo la misma Roma.  En los siglos dos y tres la expansión continuó hacia las regiones más lejanas del imperio.  Con la conversión de Constantino (300 d.C.), el cristianismo experimentó un impulso inusual y se convirtió en la religión oficial del imperio (?).  A pesar de las invasiones bárbaras, el avance del islamismo y la decadencia del poder papal, la iglesia cristiana mantuvo su visión misionera en los siguientes siglos aun entre los feroces bárbaros; nunca dejó de crecer la semilla de mostaza. Ese crecimiento ha continuado hasta nuestros días.  Nos dicen Bill y Amy Stearns que en el año 100 d.C. habían 360 inconversos por un verdadero creyente; hoy esa proporción ha bajado a menos de siete inconversos por cada creyente.[4]
El reciente informe de Tomás Moreno del crecimiento de la iglesia en Venezuela es por demás alentador:[5]
En Venezuela encontramos que entre los años 95 al 98 hubo un Promedio de Tasa de Crecimiento Anual (PTCA) de plantación de iglesias de 6,36%, es decir, que entre 1995 y 98 cada año se plantaron 731 iglesias, 60,9 iglesias cada mes, 2,03 iglesias cada día. Digamos que esto no se ha alterado, lo cual no es cierto, porque las estadísticas o suben o baja, pero, por lo general nunca quedan iguales. Eso significa que en estos dos últimos años se han plantado 1462 nuevas iglesias en todo el país, haciendo un total de 15462 iglesias. Basta observar que, el panorama religioso en el país ha ido cambiando paulatinamente y de manera constante. La Iglesia Evangélica esta creciendo.
En cuanto al Promedio de Tasa de Crecimiento Anual (PTCA) de incorporación de personas a la iglesia evangélica entre 1995 y 1998, fue de un 9,97%, eso significa que durante cada año se incorporaban 124469 personas a la iglesia, unas 10372 cada mes, 345 personas cada día y 14,40 personas cada hora. Si esto no se altero (reitero el comentario anterior sobre las estadísticas), unas 248938 personas se incorporaron a la iglesia en estos dos últimos años, pasando la población evangélica de 1600000 (7,1% de 23 millones en 1998) a 1848938, es decir un 7,7% de la población actual (24 millones de habitantes).
¡Damos la Gloria a Dios!  Su plan no se ha frustrado a pesar que algunos de nosotros poco ha contribuido con la expansión del reino.  Dios cumplirá su propósito con nosotros o a pesar de nosotros.
Pero el crecimiento de la iglesia no es sólo numérico.  La Escritura hace énfasis en la necesidad de un crecimiento también en calidad.  Cuando Cristo vio que las grandes multitudes le seguían (cantidad) los confrontó con la mayores exigencias (calidad) que encontramos en el Nuevo Testamento sobre lo que cuesta ser un discípulo auténtico (Lucas 14: 25-33).  Las cartas de los apóstoles igualmente hacen marcado énfasis en la necesidad de que la iglesia crezca en santidad (Efesios 2: 21-22); en la gracia y el conocimiento de Cristo (2Pedro 3:18); en el mejor uso de los dones (1Cor.14: 12).    Todas estas indicaciones apuntan a un crecimiento espiritual, interno, que no tiene que ver con los números, sino con la calidad de vida de la iglesia.  Sin embargo, no tenemos que escoger entre cantidad o calidad.  Warren (1.995), respondiendo precisamente al mito de que la iglesia debe escoger entre calidad o cantidad señala que: “Todas las iglesia deben desear alcanzar para Cristo la mayor cantidad posible de gente en la misma medida en que desea ayudar para que esas personas lleguen a ser lo más espiritualmente maduras posibles”  Este autor señala que la calidad trae la cantidad.  Es imposible que una iglesia que sea sana bíblicamente hablando no crezca.
Por esa razón es necesario, no sólo que pensemos en el crecimiento numérico como una meta para nuestras iglesias, sino también en el crecimiento cualitativo.  Es necesario que definamos lo que dice el Nuevo Testamento sobre una iglesia saludable.
Dimensión individual y corporativa del crecimiento.
La integridad del proceso de crecimiento eclesial también incluye tanto la dimensión individual como corporativa del crecimiento.  Los creyentes están llamados a crecer como individuos.  El apóstol Pedro (2Pedro 1:5-7) señala que cada creyente debe poner toda diligencia por añadir:
  • a su fe, virtud
  • a la virtud, conocimiento
  • al conocimiento, dominio propio
  • al dominio propio, paciencia
  • a la paciencia, piedad
  • a la piedad, afecto fraternal
  • y al afecto fraternal, amor.
El apóstol enseña que este crecimiento proporciona tal firmeza al creyente que nada lo podrá mover de su fe (no caerá jamás).  Es responsabilidad de cada uno buscar vehementemente este crecimiento.  Ninguna excusa puede ser argumentada para explicar la falta de crecimiento personal.
Por otro lado, la Biblia también nos dice que la iglesia debe crecer corporativamente.  Mal podría un creyente concentrase sólo en su propio crecimiento.  Dios condena esta actitud egoísta.  Debemos velar por la edificación unos por otros (Romanos 14:19; 15:2; 1Tesalonicenses 5:11).  Son muchos los pasajes que usan la forma reflexiva unos a otrospara indicar esta responsabilidad mutua (Romanos 12:10, 16; 13:8; 15:7, 14; 1Corintios 16:20; Galatas 5:13).  La dimensión del crecimiento corporativo no sólo enfoca la edificación mutua, sino la responsabilidad que tenemos de servir a todo el cuerpo con nuestros dones y ministerios  (Efesios 4:12, 16).
Entonces, así como se hace necesario indicar el perfil de iglesia sana según el Nuevo Testamento, también es necesario indiciar el perfil de un creyente sano según el Nuevo Testamento.

EL PAPEL DE LOS LÍDERES EN EL CRECIMIENTO DE LA IGLESIA

Esta fuera de toda discusión que la iglesia debe crecer.  También está fuera de discusión que este crecimiento debe ser integral con todo lo que ello implica.  Por eso un tema como no puede pasar por alto la responsabilidad que los lideres tenemos en este proceso de desarrollo eclesial.  Varias maneras en que los líderes son responsables del crecimiento de la iglesia son:
  1. Establecer una visión clara de crecimiento integral.  Somos los líderes quienes guiamos a la congregación en el proceso por eso no podemos ser ciegos guiando a otros ciegos.  El liderazgo pastoral necesita articular con toda claridad cuál es el camino por donde debe la iglesia moverse en este tiempo.  La brújula es la Escritura, el mapa de ruta debemos hacerlo nosotros.
  2. Reconocer los principios bíblicos que sustentan el crecimiento.  No debemos hacer las cosas caprichosa o circunstancialmente sino movernos guiados por principios bíblicos no negociables.  Aquí es donde se formula una filosofía bíblica de crecimiento que nos permite en  un momento dado decidir lo que más se ajusta a la Palabra de Dios.  Es fatal cuando improvisamos decisiones que más tarde se revierten contra nosotros o la iglesia.
  3. Organizar las estructuras y estrategias que faciliten el crecimiento de la iglesia.  Nos toca también la responsabilidad de desarrollar no sólo la visión y filosofía del crecimiento integral sino definir de qué manera vamos a ponerla en práctica y qué estructuras facilitarán el proceso.
  4. Mantener una constante supervisión sobre el proyecto de crecimiento integral.  Aquí es, por lo general, donde más fallamos.  La supervisión es una tarea inherente a nuestra función pastoral (cf. el término obispo = supervisor).  No basta con definir la visión, filosofía, estructuras y estrategias si no hay quien supervise el desarrollo del proceso.
CRECIENDO PARA SER UNA IGLESIA BIEN ESTABLECIDA

            Los niños dicen con cierta frecuencia: “cuando sea grande quiero ser…”  Ellos tienen sueños y metas de lo que quieren ser cuando crezcan.   A veces nos falta tener este tipo de sueño o anhelo.  ¿Qué tipo de iglesia queremos ser como resultado de nuestro crecimiento?, ¿queremos crecer para ser qué?
Necesitamos afinar nuestro sentido de crecimiento hacia el concepto bíblico de ser una iglesia bien establecida.   Revisemos en breve este concepto y evaluemos que tan dispuesto estamos a que nuestro crecimiento se enfoque hacia esta meta.
El modelo paulino
Después de su primer viaje misionero, el apóstol Pablo invita a Bernabé a recorrer de nuevo las iglesias fundadas por ellos (Hec.15:36).  La preocupación del apóstol tenía que ver con la necesidad de confirmar las iglesias recién fundadas (Hec.16:5).  Por eso, después de casi un año de intenso trabajo misionero, quiso regresar “para ver cómo estaban los hermanos”
Para Pablo no era suficiente con evangelizar, reunir un grupo de creyentes en un lugar y dejarlos “a la buena de Dios”.  La tarea misionera continuaba hacia la confirmación de los creyentes como cuerpo de Cristo. Esta “confirmación”, en el caso del apóstol,  incluía la revisitación personal y el envío de obreros y/o de cartas para seguir ayudando a la consolidación de las iglesias locales.
El termino “confirmar”, que aparece en el pasaje de Hec.16:5, es la traducción de la palabra griega sterizo que tiene el sentido de “fortalecer”, “consolidar”, “establecer”.  La idea es “hacer firme a alguien”.
En los siguientes pasajes se utiliza el término sterizo o un derivado y describen bien la idea del apóstol Pablo acerca del establecimiento de la iglesia:
  • Hec.14:21-23
  • Hec.15:36-16:5
  • Hec.18:22-23
  • Rom.1:8; 16:25-27
  • 1Tes.3.1-13
  • 2Tes.2:17
La iglesia no sólo debe ser fundada, debe ser también conducida a un nivel de madurez tal que pueda desarrollarse por sí misma en forma estable sin la presencia de sus fundadores.  La estabilidad de la cual hablamos debe incluir la posibilidad de autogobernarse (liderazgo local), autofinanciarse (sostenida por la contribución de sus propios miembros), autoproyectarse (la reproducción de nuevos creyentes y nuevas iglesias) y autoeducarse (la ejecución de programas de formación teológica basados totalmente en la iglesia local).  El prefijo “auto” no significa aquí independencia o aislamiento sino responsabilidad.  La iglesia asumirá la responsabilidad  de su desarrollo pero lo hará en sana co-dependencia con otras iglesias.
El modelo paulino es esencial en la tarea misionera de hoy.  Nosotros también debemos pensar que la meta no es fundar una iglesia sino verla bien establecida.  Por esa razón, debemos movernos en forma conciente y planificada hacia el desarrollo de las características que hagan de la iglesia una iglesia “bien establecida”.
Las características de una iglesia bien establecida
El apóstol Pablo sin duda tenía claro en su mente cómo debía ser una iglesia que estaba bien establecida.  En varias ocasiones, él instruyó a las iglesias a crecer hacia metas que mostraran madurez y consolidación (Gal.4.19; Ef. 3.17-19; 4:11-16; Fil.1:9-11).  Esto es comprensible ya que Pablo había sido escogido por Dios para mostrar cómo debía ser la iglesia y cómo debía ser correctamente conducida como cuerpo de Cristo (Ef.3:8-9).
Es posible (y necesario) identificar las características de una iglesia establecida leyendo con atención las cartas de Pablo.  En ellas el apóstol dio claras instrucciones sobre el ser y el quehacer de la comunidad cristiana.  Tales instrucciones son nuestra única fuente normativa para determinar cómo quiere Dios que sea su iglesia en todos los tiempos y culturas.
El siguiente es un resumen de las cartas paulinas con los enfoques de los temas tratados en cada una:
GRUPO
CARTAS
FECHA
LUGAR
TEMA CENTRAL
Primero grupo de cartas dirigido a las iglesias recién fundadas con el propósito de establecerlas firmes en el evangelio.Gálatas49AntioquiaUn llamado a retornar al evangelio puro sin mezclarlo con el legalismo.
1ª y 2ª de Tesalonicenses51CorintioAfirmando a la iglesia en las verdades básicas del evangelio.
1ª de Corintios56EfesoUn llamado a evitar las divisiones en la iglesia
2ª de Corintios57MacedoniaUna defensa del ministerio del apóstol.
Romanos57CorintioTratado completo de la esencia del evangelio
Segundo grupo de cartas escritas desde la prisión con el propósito de establecer aun más a las iglesias y mostrarles cómo ellas eran parte del supremo plan de Dios para redimir a la humanidad.Efesios60RomaEl misterio de la iglesia y el plan soberano de Dios.
Filipenses60RomaParticipando como iglesia en el progreso del evangelio
Colosenses61RomaEl misterio de la iglesia y Cristo como cabeza
Filemón61-62RomaImplicaciones de tener un mismo sentir en el progreso del evangelio.
Tercer grupo de cartas dirigido a hombres claves con el propósito de terminar de establecer bien a las iglesias y formar nuevos líderes bien entrenados para el ministerio1ª Timoteo62MacedoniaLa forma cómo debe organizarse apropiadamente la iglesia.
Tito66Asia menorPoner en orden lo que falta para establecer completamente la iglesia.
2ª Timoteo67RomaLa importancia de líderes fieles y bien entrenados.
El plan de establecimiento
Cada iglesia tiene la responsabilidad de identificar las características bíblicas de una iglesia bien establecida.  Tal identificación permitirá diseñar un plan para desarrollar estas características en la congregación.
La elaboración de un plan como este debe ser parte de un proceso global.  Al mismo tiempo no debe ser una tarea que una iglesia asuma en forma individual o aislada de las demás.  La siguiente es una agenda sugerida para desarrollar este proceso asumiendo una cooperación entre dos o más iglesias:
TEMA
OBJETIVO DEL ENTRENAMIENTO
RECURSOS DISPONIBLES
DURACION DEL ENTRENAMIENTO A LOS LIDERES
Naturaleza y Misión de la iglesiaQue los líderes de la iglesia identifiquen cuál es la naturaleza y misión de la iglesia local.Naturaleza y Misión de la Iglesia: Un estudio del libro de HechosTres o cuatro días (3 ó 4)
Características de una iglesia bien establecidaQue los líderes de la iglesia identifiquen cuales son las características de una iglesia bien establecida.Las características de una iglesia bien establecida: un estudio de las epístolas paulinasCinco días (5)
Evaluación diagnóstica de la iglesiaQue los líderes realicen una evaluación lo más exhaustivamente posible para identificar las necesidades fundamentales de la iglesia.La evaluación diagnostica de la iglesia.Un día (1)
El plan de establecimientoQue los líderes diseñen un plan general a través del cual puedan llevar a la iglesia a un nivel aceptable de madurez según las características de una iglesia bien establecida.El plan de establecimientoDos o tres días (2 ó 3)
El programa educativo de una iglesia bien establecidaQue los líderes diseñen un currículo de educación teológica basado totalmente en la iglesia local, a través del cual puedan desarrollar las características de una iglesia bien establecida.La Educación Teológica basada en la iglesia local.Varias sesiones de dos días cada sesión:
  1. Filosofía del programa educativo
  2. Plan Educativo.
  3. Materiales y recursos.
Los centros de recursosQue los lideres trabajen en función de que la iglesia llegue a ser un centro de recursos para las iglesias de su alrededor y se incorporen a una red de Centros de recursos.La Red de Centros de Recursos (RCR)Uno o dos días (1 ó 2)
Finalmente, debe mencionarse que iniciar un proceso como el descrito anteriormente requiere del liderazgo de la iglesia un auténtico compromiso que refleje el sentir completo de ellos.  Consenso y armonía total del equipo de líderes son ingredientes necesarios antes de iniciar la agenda de trabajo.
Igualmente, deben estar claras las  responsabilidades que cada iglesia asumirá durante el desarrollo de la agenda de trabajo.  Es una cooperación entre iglesias y lo que cada una se comprometa a hacer debe estar definido desde un principio      .

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