Tal como pienses así vivirás" Anthroposdianoialogía
EE.UU., (ORBITA) Por el Dr. Ramón Murray.- Con este término damos nombre al estudio del pensamiento . Esto significa que el hombre fue ajustado a un formato lógico que Dios posee. Además, le dio el poder del pensamiento al hombre formado a su imagen. Le dio dominio sobre la tierra y los mares, y sobre todo animal, le dio raciocinio y habilidad para comunicarse no solo con su raza, sino también con el Dios creador. Y todo ello a través del pensamiento sembrado en la incubadora o almacén de la mente. Dios le dio al hombre personalidad, intelecto, emoción, voluntad, cuerpo, alma y espíritu para que pensara con la mente de Dios.
¿Se imagina por un momento cuál era la capacidad de pensar de Adán? ¿Se imagina la mente que tuvo Adán para ponerles nombres a todos los animales de tierra, mar y cielo, sin repetir ninguno?
Recordemos que ese trabajo en el día de hoy no se hubiera podido hacer a menos que no fuera por la magia de las computadoras modernas. Pero Adán no las necesito porque tenía la mente de Dios, aun siendo hombre. De manera que cuando cayó en desgracia con Dios se le embotaron la mente y el pensamiento, pues Adán antes de la caída era muy superior a su imagen postedénica.
Sin embargo el hombre todavía retiene algo original de Dios, la imago dei, la imagen de Dios. Debido a ella el hombre es el único ser capaz de pensar, razonar crear, innovar, elegir como ser libre, comunicarse con Dios y adorarle y servirle, ya que las actividades animalescas son instintivas, pero no libres.
Entonces tenemos que decir que el poder del pensamiento sabio de fe y poder de Adán comenzó a menguar desde el mismo momento en que debido al “PK2” sintió miedo: “Oí tu voz y tuve miedo”. A partir de ahí los pensamientos el hombre dejaron de ser los pensamientos de Dios, como bien lo describe el profeta Isaías (55:8 y 9): “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que lo vuestros”.
Esto no quiere decir que Dios tenga diferentes rutas para que el hombre no lo encuentre, ya que siempre ha estado ahí desde el principio. Lo que sí es doloroso es que haya sido el hombre, con su pensamiento limitado, quien se separara de Dios para irse por su propio camino.
Con su propia anthroposdianoialogía errada transita hasta el día de hoy con pensamientos extraviados hacia el mal y el “PK2”. Si la fuerza de Dios radica en el pensamiento, y Dios lo puso en el hombre, es de entender entonces que todo el potencial del hombre radica en la potencia de su pensamiento, ya que en esa fuerza está el poder que Dios le dio a la raza humana. De acuerdo como piensen, así será lo que obtengan; ya que el poder de obtener algo nace primero en el pensamiento, sea bueno o malo.
Lamentablemente todo el poder del pensamiento que Dios puso en el hombre para el bien y para hacer grandes cosas para beneficio de la humanidad y la gloria del Dios creador, lo extravió por caminos equivocados, la mayoría hacia el mal y el PK2. En ese particular Dios le advierte al pueblo judío en el libro de Deuteronomio (15:9): “Guárdate de tener en tu corazón pensamiento perverso”. Y Proverbios (15:26) afirma: “Abominación a Jehová son los pensamientos del malo”.
Pero ¿cuál es el pensamiento del hombre? Es un pensamiento que tiende continuamente al mal a tal punto que el proverbista (en Proverbios 23:7) dice: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”. Todo pensamiento bueno o malo hay que asentarlo en la razón, y luego debe ser analizado cuidadosamente.
Si el pensamiento es bueno, se debe quedar ahí y proseguir a la ejecución, pero si es malo debemos deshacernos de él inmediatamente. Pablo dice al respecto: “todo me es lícito, mas no todo me conviene”, de modo que a la razón humana —dice Agustín de Hipona— vienen más de un millón de pensamientos diariamente, entre buenos y malos.
Refiriéndose a eso el teólogo expresó: “Tú no puedes evitar que los pájaros vuelen sobre tu cabeza, pero si que hagan nidos sobre ella”. La razón es la pizarra del ser humano en la que se asientan y ordenan sus pensamientos, y también donde recibe el conocimiento, ya que este viene por los pensamientos. Esto ya fue tratado antes por el “empirismo”, es decir, conocimiento a través de los sentidos.
Auque Platón ataca esta filosofía y se refugia en el racionalismo —con el uso de ciertos métodos para razonar y así llegar a la verdad de los pensamientos—, el pensamiento y la razón constituyeron el campo de desarrollo de numerosas corrientes filosóficas de la antigüedad. Fue aplaudido por unos y atacado por otros grupos defensores de “la crítica de la razón” como el romanticismo, el misticismo, el autoritarismo, el existencialismo y aun el literalismo bíblico, que deja ver con claridad el carácter multiforme de la razón y los pensamientos del hombre.
Alguien dijo: “La batalla más grande que libra el ser humano diariamente ocurre en su ‘mente’”, que es la que permite que el hombre aprenda, piense, desee y actúe. Ella es totalmente distinta al cuerpo y en el idioma hebreo el término que la describe es lebh y se traduce “corazón”, el centro donde se mueven las emociones humanas. De este exactamente, dice Jesús, “salen los malos pensamientos”. Y estos son los que tienen contaminado al hombre y a la humanidad completa, como lo afirma el libro de los Hechos (4:25), donde dice: “¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas?”
En esta era moderna que vivimos hoy, el ser humano tiene más miedo a pensar que nunca. Antes se pensaba más, claro, se utilizaba la mente, la razón o el pensamiento más que hoy. Actualmente todo es rápido, no hay tiempo ni para pensar; comida rápida, dinero rápido, casarse rápido, todo rápido. Anteriormente el mundo forjaba más líderes, abundaban en todas las épocas, circunstancias y condiciones.
Esta generación teme pensar porque cuando se piensa surgen nuevos desafíos, nuevas metas, nuevas visiones por desarrollar y, por ende, nuevos trabajos y dificultades que solo los triunfadores que tienen la mente de Cristo pueden lograr.
El pensamiento del hombre sin Dios —anthroposdianoia— es naturalmente encaminado al mal. Pero aunque no sea al mal propiamente dicho, sí lo es al pensamiento del hombre que no tiene a Dios en sus noticias ni en sus planes. Esto le permite obrar según sus pensamientos, conforme a su propio deleite y no a través de la mente de Cristo. El pensamiento del hombre se inclina más a la filosofía, al marxismo y a las corrientes neoliberales —que le permiten adaptarse a cualquier sistema de pensamiento moral o teológico— que a obedecer al Dios del pensamiento, al mismo Dios que le dio la mente.
El hombre moderno tiene miedo a pensar, ¿la razón? Se le hace difícil ya que su mente está saturada por el “PK2”, cuya maldición ha sembrado la pobreza en la mente o razón del hombre. Y es que hay que decirlo: “La pobreza es una maldición porque limita al hombre al marco de sus necesidades” (no ser pobre). Dios no la creó para el hombre porque a Adán le dio todo lo que necesitaba. Fue el destructor, por medio del “PK2”, quien lo hizo.
Sin embargo, aquellos que han aceptado la pobreza, le han abierto la puerta de su pensamiento, la han alojado en la razón, conviven con ella por siempre. Ni ella jamás ha salido de ellos, ni ellos pueden liberarse de ella, puesto que la pobreza no es más que falta de fuerza del pensamiento para trabajar, para producir dinero.
Hay quienes creen que la disposición para ejecutar una labor se produce con la fuerza de los músculos, pero no es así. El que piensa es quien hace que los músculos produzcan plusvalía. Así que un capitalista no es otra cosa que uno que piensa más que los que tienen músculos.
Si el pensamiento es el ordenador de Dios, ya que por él ordenó todas las cosas, y Dios le sembró al hombre el pensamiento como su ordenador, para que pusiera orden a su vida, entonces este tiene que volver al principio y comenzar a pensar. No como ahora que piensa mal, sino con la mente de Dios. Hasta ahora el hombre piensa con un conocimiento o razón “cognoscitivo”, esto quiere decir que el hombre piensa según la razón, conforme a lo que ve, de acuerdo a lo que cree conveniente, todo lo cual es terrenal y nada tiene que ver con lo espiritual.
Mas cuando afirmamos que la razón del pensamiento termina donde comienza la fe, nos referimos a pensar con un conocimiento o razón “extrasensorial”, es decir, que el hombre piensa más allá de lo terrenal, y cuando esto ocurre se eleva a través del pensamiento a su origen de partida que es Dios su creador. Por eso es que el apóstol Pablo dice: “los que así piensan no andamos por vista sino por la fe”; y es que no se necesitan ojos para pensar, confesar, creer ni tener fe, ya que los mencionados están por encima de la razón.
COPYRIGHT:DR.RAMON MURRAY
¿Se imagina por un momento cuál era la capacidad de pensar de Adán? ¿Se imagina la mente que tuvo Adán para ponerles nombres a todos los animales de tierra, mar y cielo, sin repetir ninguno?
Recordemos que ese trabajo en el día de hoy no se hubiera podido hacer a menos que no fuera por la magia de las computadoras modernas. Pero Adán no las necesito porque tenía la mente de Dios, aun siendo hombre. De manera que cuando cayó en desgracia con Dios se le embotaron la mente y el pensamiento, pues Adán antes de la caída era muy superior a su imagen postedénica.
Sin embargo el hombre todavía retiene algo original de Dios, la imago dei, la imagen de Dios. Debido a ella el hombre es el único ser capaz de pensar, razonar crear, innovar, elegir como ser libre, comunicarse con Dios y adorarle y servirle, ya que las actividades animalescas son instintivas, pero no libres.
Entonces tenemos que decir que el poder del pensamiento sabio de fe y poder de Adán comenzó a menguar desde el mismo momento en que debido al “PK2” sintió miedo: “Oí tu voz y tuve miedo”. A partir de ahí los pensamientos el hombre dejaron de ser los pensamientos de Dios, como bien lo describe el profeta Isaías (55:8 y 9): “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que lo vuestros”.
Esto no quiere decir que Dios tenga diferentes rutas para que el hombre no lo encuentre, ya que siempre ha estado ahí desde el principio. Lo que sí es doloroso es que haya sido el hombre, con su pensamiento limitado, quien se separara de Dios para irse por su propio camino.
Con su propia anthroposdianoialogía errada transita hasta el día de hoy con pensamientos extraviados hacia el mal y el “PK2”. Si la fuerza de Dios radica en el pensamiento, y Dios lo puso en el hombre, es de entender entonces que todo el potencial del hombre radica en la potencia de su pensamiento, ya que en esa fuerza está el poder que Dios le dio a la raza humana. De acuerdo como piensen, así será lo que obtengan; ya que el poder de obtener algo nace primero en el pensamiento, sea bueno o malo.
Lamentablemente todo el poder del pensamiento que Dios puso en el hombre para el bien y para hacer grandes cosas para beneficio de la humanidad y la gloria del Dios creador, lo extravió por caminos equivocados, la mayoría hacia el mal y el PK2. En ese particular Dios le advierte al pueblo judío en el libro de Deuteronomio (15:9): “Guárdate de tener en tu corazón pensamiento perverso”. Y Proverbios (15:26) afirma: “Abominación a Jehová son los pensamientos del malo”.
Pero ¿cuál es el pensamiento del hombre? Es un pensamiento que tiende continuamente al mal a tal punto que el proverbista (en Proverbios 23:7) dice: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”. Todo pensamiento bueno o malo hay que asentarlo en la razón, y luego debe ser analizado cuidadosamente.
Si el pensamiento es bueno, se debe quedar ahí y proseguir a la ejecución, pero si es malo debemos deshacernos de él inmediatamente. Pablo dice al respecto: “todo me es lícito, mas no todo me conviene”, de modo que a la razón humana —dice Agustín de Hipona— vienen más de un millón de pensamientos diariamente, entre buenos y malos.
Refiriéndose a eso el teólogo expresó: “Tú no puedes evitar que los pájaros vuelen sobre tu cabeza, pero si que hagan nidos sobre ella”. La razón es la pizarra del ser humano en la que se asientan y ordenan sus pensamientos, y también donde recibe el conocimiento, ya que este viene por los pensamientos. Esto ya fue tratado antes por el “empirismo”, es decir, conocimiento a través de los sentidos.
Auque Platón ataca esta filosofía y se refugia en el racionalismo —con el uso de ciertos métodos para razonar y así llegar a la verdad de los pensamientos—, el pensamiento y la razón constituyeron el campo de desarrollo de numerosas corrientes filosóficas de la antigüedad. Fue aplaudido por unos y atacado por otros grupos defensores de “la crítica de la razón” como el romanticismo, el misticismo, el autoritarismo, el existencialismo y aun el literalismo bíblico, que deja ver con claridad el carácter multiforme de la razón y los pensamientos del hombre.
Alguien dijo: “La batalla más grande que libra el ser humano diariamente ocurre en su ‘mente’”, que es la que permite que el hombre aprenda, piense, desee y actúe. Ella es totalmente distinta al cuerpo y en el idioma hebreo el término que la describe es lebh y se traduce “corazón”, el centro donde se mueven las emociones humanas. De este exactamente, dice Jesús, “salen los malos pensamientos”. Y estos son los que tienen contaminado al hombre y a la humanidad completa, como lo afirma el libro de los Hechos (4:25), donde dice: “¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas?”
En esta era moderna que vivimos hoy, el ser humano tiene más miedo a pensar que nunca. Antes se pensaba más, claro, se utilizaba la mente, la razón o el pensamiento más que hoy. Actualmente todo es rápido, no hay tiempo ni para pensar; comida rápida, dinero rápido, casarse rápido, todo rápido. Anteriormente el mundo forjaba más líderes, abundaban en todas las épocas, circunstancias y condiciones.
Esta generación teme pensar porque cuando se piensa surgen nuevos desafíos, nuevas metas, nuevas visiones por desarrollar y, por ende, nuevos trabajos y dificultades que solo los triunfadores que tienen la mente de Cristo pueden lograr.
El pensamiento del hombre sin Dios —anthroposdianoia— es naturalmente encaminado al mal. Pero aunque no sea al mal propiamente dicho, sí lo es al pensamiento del hombre que no tiene a Dios en sus noticias ni en sus planes. Esto le permite obrar según sus pensamientos, conforme a su propio deleite y no a través de la mente de Cristo. El pensamiento del hombre se inclina más a la filosofía, al marxismo y a las corrientes neoliberales —que le permiten adaptarse a cualquier sistema de pensamiento moral o teológico— que a obedecer al Dios del pensamiento, al mismo Dios que le dio la mente.
El hombre moderno tiene miedo a pensar, ¿la razón? Se le hace difícil ya que su mente está saturada por el “PK2”, cuya maldición ha sembrado la pobreza en la mente o razón del hombre. Y es que hay que decirlo: “La pobreza es una maldición porque limita al hombre al marco de sus necesidades” (no ser pobre). Dios no la creó para el hombre porque a Adán le dio todo lo que necesitaba. Fue el destructor, por medio del “PK2”, quien lo hizo.
Sin embargo, aquellos que han aceptado la pobreza, le han abierto la puerta de su pensamiento, la han alojado en la razón, conviven con ella por siempre. Ni ella jamás ha salido de ellos, ni ellos pueden liberarse de ella, puesto que la pobreza no es más que falta de fuerza del pensamiento para trabajar, para producir dinero.
Hay quienes creen que la disposición para ejecutar una labor se produce con la fuerza de los músculos, pero no es así. El que piensa es quien hace que los músculos produzcan plusvalía. Así que un capitalista no es otra cosa que uno que piensa más que los que tienen músculos.
Si el pensamiento es el ordenador de Dios, ya que por él ordenó todas las cosas, y Dios le sembró al hombre el pensamiento como su ordenador, para que pusiera orden a su vida, entonces este tiene que volver al principio y comenzar a pensar. No como ahora que piensa mal, sino con la mente de Dios. Hasta ahora el hombre piensa con un conocimiento o razón “cognoscitivo”, esto quiere decir que el hombre piensa según la razón, conforme a lo que ve, de acuerdo a lo que cree conveniente, todo lo cual es terrenal y nada tiene que ver con lo espiritual.
Mas cuando afirmamos que la razón del pensamiento termina donde comienza la fe, nos referimos a pensar con un conocimiento o razón “extrasensorial”, es decir, que el hombre piensa más allá de lo terrenal, y cuando esto ocurre se eleva a través del pensamiento a su origen de partida que es Dios su creador. Por eso es que el apóstol Pablo dice: “los que así piensan no andamos por vista sino por la fe”; y es que no se necesitan ojos para pensar, confesar, creer ni tener fe, ya que los mencionados están por encima de la razón.
COPYRIGHT:DR.RAMON MURRAY
Comentarios
Publicar un comentario