Elías Wessin y Wessin, su Visión del Conflicto de 1965.
Elías Wessin y Wessin, su Visión
del Conflicto de 1965.
Testimonio histórico:
El General Wessin y Wessin afirma
que era imposible que cuando intervinieron las tropas norteamericanas, cuatro
días después de estallar la Revolución del 24 de Abril, los constitucionalistas
pudieran haber organizado una ofensiva que hiciera mella al CEFA.
La Revolución de Abril de 1965
fue protagonizada principalmente por los militares que se apostaron en la Base
Aérea de San Isidro en medio de la crisis interna surgida del Triunvirato,
gobierno formado tras el golpe de Estado contra Juan Bosch en 1963, y un grupo
de jóvenes militares que luchaban por la democracia y el retorno sin elecciones
de Bosch y la Constitución del 63 junto al pueblo.
El entonces general Elías Wessin
y Wessin, quien comandaba el Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA),
fijó su posición el 24 de abril del 2001, años antes de morir (18 de abril de
2009), en un documento titulado: “Abril de 1965: la Revolución Dominicana”, en
el cual ofrece una versión diferente sobre muchos episodios ocurridos en este
histórico acontecimiento, como por ejemplo la batalla del puente Duarte. El
texto es siguiente:
Antecedentes
Mi primera acción militar que
tuvo consecuencias políticas acontece días después de la caída del régimen de
Trujillo (1961). Como comandante del batallón de Infantería de la Base de
Santiago brindé apoyo al general Rodríguez Echavarría para que el resto de la
familia Trujillo saliera del país. Ahí comenzó la transición democrática y se
afi anzó el ideal de la libertad de muchos dominicanos.
A partir del gobierno de Juan
Bosch (1963) operaban en el país 42 escuelas de adoctrinamiento
marxista-leninista, la mayor parte funcionaba en edifi cios gubernamentales, escuelas
públicas y gobernaciones provinciales.
Durante el gobierno de Juan
Bosch, se provocaron incidentes con Haití como parte de una trama que abarcaba
la desestabilización de la isla.
Se nos alertó acerca de una
virtual invasión de Haití a la República Dominicana. La Fuerza Aérea Dominicana
estuvo a punto de atacar Puerto Príncipe, si no es por la intervención del
general Atila Luna, jefe de la FAD, a quien persuadí para que antes investigara
la veracidad del incidente fronterizo, y en efecto, se trató de una falacia.
En el gobierno de Juan Bosch las
Fuerzas Armadas fueron infi ltradas, prueba de ello fue la propaganda
sistemática, un sinnúmero de letreros que aparecieron pintados en los
cuarteles, por ejemplo: a) Patria o Muerte: Venceremos; b) Viva Fidel; c) Viva
el Ejército Rebelde, entre otros.
De manera personal junto a un
pelotón, desmantelé por asalto dos campamentos de haitianos, que se entrenaban
en guerra de guerrilla en territorio dominicano. El presidente Bosch fue
informado del hecho, su reacción nunca llegó.
La telaraña se enraizó tanto, que
aún después de la deposición del gobierno de Juan Bosch el movimiento
subversivo continuó y fue captando adeptos incautos para llegar hasta abril de
1965. Lo que menos le interesaba a la izquierda radical era la reposición del
gobierno de Juan Bosch, su propósito era que República Dominicana fuera otro
satélite de la antigua URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), que
se constituyera en otra derrota del capitalismo norteamericano en sus propias narices,
con su consecuente efecto dominó por toda América Latina. Se puede decir que el
régimen de Bosch, por sus desaciertos minó su permanencia en el poder.
Mis actuaciones antes, durante y
después de la Guerra de Abril de 1965, fueron con la fuerte convicción de que
al país dominicano no le convenía un régimen socialista, no concebía que en las
escuelas dominicanas se propagara el ateísmo, y estoy seguro que así pensaba y
piensa la mayoría del pueblo dominicano.
Quiero significar con esto que no
fui movido por intereses espurios ni antipatrióticos. Nadie me usó, nadie me
compró. Los poderes fácticos al alentar el derrocamiento de Juan Bosch (1963)
lo hicieron para defender sus propios intereses.
Hostilidades
Los hechos cruciales de mi vida
militar tienen lugar en el Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA)
(1961-1965). A mi llegada a ese puesto encontré el campamento afectado de
indisciplina, debido en gran medida a la incertidumbre que predominaba en el
país, por tanto, la situación de la unidad no marcha bien, y me dispuse
organizar el centro, pensando en lo que podría venir ante la posibilidad de
otro asomo de dictadura en República Dominicana.
Aún cuando en mi país habíamos
salido de una dictadura, en América Latina esa seguía siendo la tendencia
(décadas 60-70). No debe olvidarse que cerca de nosotros, en Cuba, se instaló
un régimen totalitario de izquierda que exportaba revoluciones armadas como
parte esencial de la filosofía operativa de la órbita soviética.
Lo lógico era que se extendieran
por el Caribe. Los movimientos subversivos estaban en su apogeo, siendo las
guerrillas de Colombia y los procesos traumáticos de Centroamérica, Perú y
otros países consecuencias de aquella época de guerra fría.
Ante una posible contingencia,
preparé el personal del Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA) bajo
un programa intenso de instrucciones, lo convertí en una unidad élite, dentro
de un esquema humanitario sin desmedro de la disciplina del soldado y sin
arbitrariedad.
El 24 de abril de 1965 estalla la
guerra militar y civil dominicana encabezada por dos grupos: “De un lado, los
constitucionalistas, cuya consigna era Juan Bosch sin elecciones; de otro lado,
las fuerzas regulares del Ejército, cuya consigna era Juan Bosch o cualquiera,
pero con elecciones”. En ambos sectores, se movía el aspecto ideológico que era
su leit-motiv.
Bajo el manto constitucionalista,
se insertaba la izquierda radical. Con su discurso aparentemente democrático,
el foco marxista- leninista conspiró para alzarse con la conducción del país en
caso de obtener el triunfo, tal y como sucedió en Cuba, que no fueron los
ideales de Húber Matos, Gutiérrez Menoyo y otros los que prevalecieron, sino
los de Castro.
Aquí debo aclarar que entre los
líderes que me adversaron, uno de ellos José Francisco Peña Gómez, demostró con
los hechos que era un verdadero demócrata.
Cuando Juan Bosch hace su
confesión pública de marxista, fundando el PLD en 1973, Peña Gómez preserva al
PRD y lo afi lia a la Social Democracia.
Bajo el manto de las fuerzas
regulares del Ejército dominicano, se movían los sectores moderados y
conservadores.
En los procesos electorales que
siguieron a la guerra del 1965, quedó demostrado que el pueblo dominicano
estaba y está dividido entre: la centroizquierda, la izquierda, la
centro-derecha y la derecha.
Estos dos ejes ideológicos del
pueblo dominicano fueron los que se enfrentaron en abril de 1965.
Ayuda a la reconciliación no
seguir diciendo que el pueblo estaba de un solo lado.
Si así hubiera sido el doctor
Joaquín Balaguer, quien a la postre capitalizó políticamente el enfrentamiento
bélico de 1965, no hubiera sido Presidente, porque todo el pueblo hubiera
votado por Juan Bosch en el 1966.
Ayuda a la reconciliación no
seguir diciendo que del lado occidental del Puente Duarte, es decir, del lado
constitucionalista sólo había civiles indefensos, cuando se sabe que fueron
hombres diestros en las armas: unos de las FF.AA. y otros con entrenamiento
guerrillero los que pelearon contra las tropas de San Isidro (CEFA).
Ayuda a la reconciliación no
seguir diciendo que el Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA) estaba
en desbandada cuando se produce la intervención norteamericana, cuatro días
después, el 28 de abril, era imposible que los constitucionalistas, ante la confusión
de su frente, haber organizado una ofensiva que hiciera mella a las tropas del
CEFA.
El CEFA apenas había usado un 70%
de su capacidad operativa de infantería (fuerzas terrestres) y un 30% de su
capacidad de fuego artillero.
Todos los cañones de artillería
pesada quedaron con sus lonas, cubiertos en todo el tiempo de las hostilidades.
Ayuda a la reconciliación no
seguir hablando de una supuesta batalla del puente Duarte, cuando se sabe que
un pelotón del CEFA ocupó la cabeza occidental del puente (en la actual plaza
Trinitaria), por 4 meses desde que comenzó la guerra hasta el acta de reconciliación.
Sólo a determinados emplazamientos de los constitucionalistas se le lanzaron
con previo aviso de Radio San Isidro, disparos de cohetes, en ningún momento se
lanzaron bombas.
Ayuda a la reconciliación
informar que en el CEFA no había ni hubo paredones, a uno que otros vocingleros
y combatientes que nos adversaron (caso de los cadetes) cuando fueron apresados
en plena guerra se les dejó en libertad a petición de sus madres, el mismo Día
de las Madres.
Creo, en fin, que puede ayudar a la reconciliación decir que aquí
están las cabezas visibles de los que verdaderamente participamos en el confl
icto de abril de 1965, y exhortar a los medios de comunicación a no darle
vigencia a falsos combatientes de uno y otro lado, que en aquel momento se escondieron
y solo aparecieron después del acta de reconciliación.
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